El aniversario por la constitución del Parlamento de Canarias y el comienzo del desarrollo de nuestro autogobierno marca la fecha del 30 de mayo como Día de Canarias. A lo largo y ancho de nuestras ocho islas han comenzado, en estos últimos días, los preparativos para festejar nuestra identidad como un solo pueblo. Las calles y plazas se llenan de bailes, agrupaciones folclóricas, puestos de artesanía, muestras de nuestra tradición y de nuestro acervo cultural que, pese a los embates del exterior, sigue perviviendo. Sin embargo, creo que el Día de Canarias no solo debe ser un momento para defender nuestro patrimonio material e intangible, sino que es también una oportunidad para proyectar ideas sobre la Canarias que queremos.

En los últimos años el canarismo ha entrado en el terreno de las ideas políticas con mucha fuerza. Como toda nueva conceptualización, aún le falta camino y reflexión que producirse y que vendrá de la mano de la continuada incorporación al espacio de colectivos culturales, sociales y políticos de nuestro archipiélago que deberían encontrarse en la formación de este espacio sociopolítico amplio. En mi opinión estos debates vendrán poco a poco a determinar la forma que adopte el espacio canarista. Pero estos no pueden girar única y exclusivamente en torno al lugar que ocupa la toma de decisiones que afectan a Canarias. No cabe duda de que el principal objetivo del canarismo es que las decisiones que afectan a nuestras islas las tomemos los hombres y mujeres que en ellas vivimos. Sin embargo, creo que no puede quedarse solo ahí, sino que tenemos que ser capaces de construir un canarismo consciente que garantizar el bienestar de nuestro pueblo en las próximas décadas.

Hago referencia al canarismo consciente porque creo que no se trata de construir un paraguas en el que todo quepa. Si queremos construir un espacio que permita dar la brega cultural que actualmente se está librando frente a un españolismo reaccionario y recentralizador, tenemos que estar en condiciones de profundizar en un canarismo que piense en la sociedad presente pero, sobre todo, que sea útil en la construcción de la sociedad que está por venir. Para ello es necesario tener una visión histórica clara de nuestra sociedad: Los cuarenta años de construcción de nuestro autogobierno nos han llevado al mejor horizonte de desarrollo social, cultural y económico de nuestra historia, pero nos han hecho arrastrar problemas estructurales de importante calado a los que tenemos que darle respuesta de manera clara.

Es por ello que el espacio canarista tiene que estar sostenido por mimbres basados en los valores de la sociedad canaria actual y que sea capaz de proyectar la sociedad venidera. En primer lugar, tiene que tener un compromiso inquebrantable con la honestidad en la gestión política. No podemos aceptar que el canarismo abrace a quienes quieren enriquecerse o favorecer intereses particulares de ningún tipo. Por mucho que nos hagan creer algunos, no hay nada menos canario que la corrupción. En segundo lugar, el canarismo es sostenibilidad ambiental, es trabajar bajo una estrategia a largo plazo que permita la conservación de nuestro archipiélago en las mejores condiciones ante una Emergencia Climática que ya está afectando sobre nuestro clima y nuestros modos de vida. En tercer lugar, pero íntimamente ligado a lo anterior, es reforzar nuestra economía canaria a partir de su diversificación y puesta en valor de todas nuestras actividades económicas, avanzando hacia nuestra soberanía alimentaria, que fomente la interconexión interinsular como fomento del comercio interior, que camine hacia una sociedad del conocimiento que capaz de dar respuesta a los retos de Canarias, pensando desde Canarias. En cuarto lugar, el espacio canarista tiene avanzar en derechos y libertades de una sociedad que se siente diversa y plural. Las personas canarias tenemos identidades múltiples que se cruzan y que conviven en nosotros y nosotras y dentro del espacio canarista no podemos albergar a quienes fomentes cualquier tipo de discriminación por razón origen, deseo, identidad, apariencia, etc. Por último, y de manera urgente, los y las canaristas tenemos que profundizar y defender nuestro lugar en el mundo desde una mirada abierta. Nuestra posición geoestratégica como territorio atlántico tiene que convertirse en una palanca de desarrollo humano hacia afuera y de crecimiento económico para Canarias. Nuestra realidad políticas con las Regiones Ultraperiféricas, nuestra historia identitaria con América y nuestra cercanía geográfica con África, debe de posibilitar el intercambio a fin de construir unas relaciones más simétricas y cercanas, reforzando nuestra alianzas e interconectividad.