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Carmen Martínez-Fortún

La curiosa impertinente

Carmen Martínez-Fortún

Pedir perdón

Supongo que coincidirán en más pensamientos ilustres, pero tanto Baldoví como Rufián han concedido a la par a don Juan Carlos el título de primer hacedor de republicanos. Una no entiende entonces por qué les sulfura que vuelva el hombre, pues ese júbilo sincero y cariño verdadero que tanta repulsión les producen no hacen sino allanar el camino a ese paraíso con el que sueñan, así que deberían añadir su agradecimiento al de tantísimos españolesaunque no aspiren a liquidar su legado como ellos.

Andamos sobrados de declaraciones miserables en estos momentos en que tantas voces inútiles han elevado su coro de puritanas indignadas para exigir explicaciones y perdón. Empezaron las de Podemos, con su cantinela urdida al unísono entre independentistas que nunca pidieron perdón por el terror - ¡que comparezca ante la Justicia piden! ¡ellos!- y golpistas condenados e indultados que afirman cuando se les deja –o sea siempre- que lo volverían a hacer. Y continuaron las socialistas, con el casposo tuit de Carmen Calvo, a la que aún no se le ha oído explicación alguna sobre los ERES, y la portavoz del gobierno, que no me leerá, pero a la que con todo el derecho exijo que no hable en mi nombre ni reclame en el de tantos españoles como yo explicaciones y perdón al rey Juan Carlos.

Según estos inquisidores insaciables, cuyo único objetivo es humillar a la monarquía, el monarca tiene que arrastrarse a los pies de los elefantes por cazarlos, del último republicanito por ser rey y de todas las mujeres engañadasal haberse tratado de un reconocido seductor.

Pida perdón el rey o no lo haga, en privado, como guste y a quien se lo deba. A mí como a tantos nunca nos ofendió. Sí lo hizo y lo hace a diario el presidente que se desdijo de todas sus promesas una vez que llegó al poder, quien, como jugador de fortuna,se apoya en los enemigos confesos de España, quien se niega a explicar sus gastos suntuarios, quien limitó con estados de alarma inconstitucionales nuestras libertades y quien menosprecia con lenguaje indigno a los defensores del Estado.

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