La Provincia - Diario de Las Palmas

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Meryem El Mehdati

Venga, circule

Meryem El Mehdati

Visibilidad

En Gangsta’s Paradise, de Coolio, una estrofa de la canción define muy bien mi relación con el dinero: «I’m an educated fool with money on my mind / got my ten in my hand / and a gleam in my eye». Hablar de esto se penaliza en determinados círculos, es de mala educación. Mis amigas y yo lo hacemos constantemente, es una de las cosas que más nos preocupa. Cuando se le da vueltas a cómo llegar a fin de mes sin quedarte por el camino, la “buena educación” sale volando por la ventana. Hablamos de lo que cobramos en nuestros trabajos y de lo que pagamos de alquiler, de nuestros trucos para ahorrar algo en la factura de la luz (volver a trabajar en la oficina, he descubierto, ayuda mucho a bajar la factura de la luz), de lo carísimo que resulta hacer una compra sencilla de productos básicos, del precio del bonoguagua. No paramos, pim, pam, placa, placa, euros, euros. ¿Por qué no somos madres ya todas? Por la guerra de Ucrania, supongo. El queso feta ha pasado de costar 1.70€ a 2.20€, maldito sea Vladimir Putin.

Lo cierto es que no soy una gánster ni lo pretendo, no tengo flow ni «rollo», cualquier problema con otra persona por mínimo que sea me angustia y me quita el sueño pero ah, el dinero. Pienso en él muy a menudo, sobre todo cuando pago el alquiler, la luz, el agua, la línea de teléfono, el wifi, la cuota del gimnasio, la cuota de esa cosa que me compré a plazos porque creí que la quería y ahora la detesto… La lista es infinita y no termina pero el sueldo sí. Mi banco me persigue cada día ofreciéndome préstamos de 32.000, 40.000, 47.000 euros. Me manda correos, me bloquea la pantalla del móvil con notificaciones que no cesan. ¡50.000 machacantes a un solo un clic, Meryem! ¡¡Sin necesidad de papeleo, Meryem!! Soy pequeña, diminuta, estoy perdida en un pasillo muy largo y muy oscuro y muy estrecho y corro y corro con mi banco pisándome los talones. Cuando no tienes una nómina no te quieren ver ni en pintura, pero, ay de ti como comiences a ingresar una. Te vuelves su persona favorita. Un agente que nunca da la cara pero te llama constantemente te guiña un ojo en ese limbo que conecta a dos personas que hablan por teléfono. Si tan solo aceptases ese suculento préstamo que te ofrece para lo que tú quieras, para un proyecto que tengas en mente, para sacarte otro máster (¡Ya tengo uno, gracias! respondí una vez). Eh, eh. Acepta. ¡Acepta!

Un nuevo enemigo mío que ha surgido de la nada es un concepto que me era ajeno hasta hace poco: la visibilidad. Vivo mi vida tranquila con mis cosillas de persona tranquila, no le hago daño a nadie, y de repente recibo un mensaje o un correo donde se me propone colaborar en una revista o en un magazine o en una web. Pregunto por el presupuesto (nunca mencionan ellos el dinero, se me hace muy irrespetuoso, como si entrase en una tienda donde nada tuviese precio y solo pudiera comprobar cuánto vale eso que me quiero llevar una vez pase por caja) y me comentan que qué pena, qué espanto, qué vergüenza, no tienen presupuesto para pagar el encargo que quieren hacerme… solo me pagarán con visibilidad. Ni corta ni perezosa meto «visibilidad» en Google porque tengo recursos, soy dinámica, proactiva, independiente. No vi nada, solo vi aire. ¿Qué es la «Visibilidad», que se reconozca mi autoría? ¿Puedo ir con esa «Visibilidad» y pagar la compra o a mi casero con ella? Ahora hay personas que pretenden pagar el trabajo de los demás con VISIBILIDAD y no con DINERO, horas y horas echadas en una ilustración o en un texto que se pagan con la nada más absoluta. Se pregunta la gente por qué ha bajado tanto la calidad de los artículos, críticas y reseñas que leen en las revistas (que apenas se venden ya) o los periódicos. Quizá no salga a cuenta hacer un buen trabajo si el pago será en Visibilidad o si la cuantía que se ofrece a esas personas es tan exigua que no da ni para cubrir la cuota de autónomos. No se enteraron de que con la guerra de Ucrania todo se ha vuelto el doble de caro. Hasta las botellitas de agua con gas marca blanca del supermercado este nuestro subieron de precio.

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