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José María de Loma

Limón & vinagre

José María de Loma

El chiste de ser readmitida

El adjetivo pizpireta parecía haberse inventado para ella. Cuando era joven y fresca, desenfadada y chistosa. Chistosa, pero no jartible, adjetivo gaditano-andaluz empleado para el que persiste y persiste en algo sin ser consciente, o sí, de su pesadez e insistencia.

El carnaval de los jartibles es al día siguiente de que oficialmente termine el carnaval. Por ejemplo. No tiene hartura el jartible. Jartible es también friki, en cierto modo, pero eso es una discusión filológica que nos está desviando de la descripción de Paz Padilla. Un día fue profeta en parte de su tierra, famosa en Andalucía, empleada de hospital y semiprofesional de la televisión que acabó dando el salto a las cámaras codeándose con Chiquito de la Calzada y otros grandes del humor que alabaron su gracejo. Desparpajo eres tú.

Canija, nerviosa, amable, trabajadora y tenaz, María de la Paz Padilla Díaz nació en 1969; hija de una limpiadora y un tramoyista del Teatro Falla, se dio a conocer con el espacio Genio y figura en el año 1994, en Antena 3, y su trayectoria ecléctica aunque previsible incluye las Crónicas marcianas de Sardá o la conducción de los espacios de bragueta de Tele 5, desde los que pedía respeto para su intimidad antes o después de dar paso a la tertulia de despellejamiento sentimental de alguien.

Paz Padilla casi siempre se ríe, pero lo que menos gracia le debe de hacer es que la despidan. Los humoristas son seres superiores, pero en eso quedan igualados al común de los sosos mortales. Mediaset la mandó a tomar viento de levante, el que le da en su pisazo del centro de Cádiz, cuando tras una discusión en directo con Belén Estebán y otros presentes en el programa Sálvame, abandonó el plató. Padilla coqueteaba con esa estupidez llamada antivacunas. Nunca se le ha pedido que haga proclamas inteligentes o científicas, pero no esperábamos de ella que se convirtiera en vocera de los terraplanistas. Como el tertuliano común de ese programa se mostraba a favor de la inteligencia, la ciencia y las vacunas y en contra de que el covid fuese una simple gripe, Padilla se enardeció y en lugar de sacar guasa y arte, chiste y gracia, se levantó digna, inmunizada contra otros argumentos. Y se marchó. Se dio el piro. Se largó. Fuese y no hubo nada.

Pero ahora, sorprendentemente, Mediaset anuncia que la readmite. Que reanudan su relación contractual. Que se la envaina. La paz ha vencido a Goliat. El gigante televisivo, a la que una humorista, bendita palabra, ha tocado los bemoles y buscado las cosquillas, no quiere tribunales ni razón. Nada de pleitos. El gobernante siempre ha temido al poeta. El poderoso teme al que lleva el sentido del humor en la sangre, la sátira en la cartuchera. Antes, solo vencían a las grandes corporaciones o empresas los sindicalistas duros; ahora las vencen las piquitos de oro y plata. Con un chiste los desbaratas. Ya no es un líder proletario doblando las rodillas a una metalúrgica. Ahora es un trovador fustigando a un Maciste del espectáculo y los negocios.

De las alocuciones más bellas de dos palabras que hay, «te invito» y «te quiero» son mis predilectas, pero Padilla ha tenido el privilegio de oír «estas readmitida», que es un sonido que hemos soñado con oír proferido de la boca de ese jefe señoro, pelagatos o infame y dictatorial que todos hemos tenido alguna vez. O evitado.

Gozaremos de nuevo del talento de esta admirable mujer (salvo cuando habla de vacunas), también actriz televisiva y de la gran pantalla. Una mujer que gozó del más alto honor que cupiera a un ser humano: ser pregonero del Carnaval de Cádiz. Porque eso lo domina: hacer reír. Tanto, que seguro que ha hecho llorar a los contables de Tele 5. Una gracia.

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