La Provincia - Diario de Las Palmas

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Esteban Santana

Un día que reluce

La fiesta del Corpus Christi es una fiesta de la Iglesia Católica que en Tamaraceite ha tenidomucha tradición desde que fuera declarada parroquia en 1937, entre los feligreses y vecinos, destinada a celebrar la Eucaristía. Fiesta declarada por el Concilio de Trento, «que todos los años, determinado día festivo, se celebre este excelso y venerable sacramento con singular veneración y solemnidad; y reverente y honoríficamente sea llevado en procesión por las calles y lugares públicos. En esto los cristianos atestiguan su gratitud y recuerdo por tan inefable y verdaderamente divino beneficio, por el que se hace nuevamente presente la victoria y triunfo de la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo».

Su principal finalidad es proclamar y aumentar la fe de la Iglesia Católica en Jesucristo presente en el Santísimo Sacramento. La Celebración se llevaba a cabo el siguiente jueves al octavo domingo después del Domingo de Resurrección, sesenta días después de esa efeméride; normalmente es el jueves que sigue al noveno domingo siguiente a la primera luna llena de primavera del hemisferio norte. En España dejó de ser un día festivo hace algunos años, excepto en los municipios donde es fiesta local, y desde entonces la Iglesia lo celebra el domingo siguiente.

Y así lo hacemos por Tamaraceite desde hace muchos años y por muchos pueblos de nuestras islas. Las calles se llenan de colorido en torno al templo parroquial, y no ha habido año que no haya, al menos una alfombra en la plaza de la iglesia. Las celebraciones del Corpus incluyen una procesión en la que la hostia, el mismo Cuerpo de Cristo, se exhibe en una custodia y es el momento en el que se pueden pisotear las hermosas obras de arte que han sido realizadas por vecinos y vecinas con mucha fe e ilusión. En Tamaraceite, desde la creación de la parroquia, se hacen alfombras en las calles del pueblo y alrededores de la iglesia parroquial. Esta tradición se ha ido recuperando en los últimos años por un grupo de parroquianos y vecinos que hacen alfombras en la Plaza de Don Ceferino Hernández y alrededores, aunque antiguamente las alfombras llegaban hasta la Montañeta, de las que se conservan testimonios fotográficos.

Los más jóvenes, sobre todo, se ponían manos a la obra, siempre guiados por los más mayores o por los artistas del pueblo. Juan Alberto Díaz era uno de esos niños que participaba en la creación de estas obras de arte. El nos cuenta que se hacía por barrios, aunque las de la plaza de la Iglesia eran las más lúcidas, al poder verlas desde arriba, desde lo alto de las escaleras. Participaban todos los barrios, unidos en comisiones (La Suerte, El Toscón, Las Majadillas, la Cruz del Ovejero, etc).

A la par se realizaban altares por todo el barrio que se decoraban con flores y telas, existiendo una “positiva competencia” entre los jóvenes por realizar el altar más bonito, donde se paraba la comitiva con el Cuerpo de Cristo. En la procesión siempre iban los niños que habían realizado la Primera Comunión ese año, y era un momento más para lucir la ropa de marinero, capitán o de princesa que se heredaba de hermanos a primos, e incluso de padres a hijos.

Y recordando al Corpus no podemos olvidar a Jesús y Antonio Arencibia, no sólo por tratarse de los máximos referentes artístico-culturales de Tamaraceite, sino también por su generosidad y compromiso sin límites con la parroquia. El mural que se encuentra en la misma es una de las muestras palpables del mismo, por su fervor religioso y su defensa de las tradiciones de la parroquia. Jesús Arencibia, nuestro Suso, fue una persona implicada en su ciudad y se sentía “orgulloso de ser de Tamaraceite”. Se atrevió con la escultura, a diseñar trajes, carrozas y alfombras para el Corpus en la ciudad. Hay muchas evidencias fotográficas de las verdaderas obras de arte de Jesús Arencibia en forma de alfombras. Arte efímero pero que se hace fruto no solo de la creatividad del artista sino del trabajo previo de los voluntarios para recoger material, antes se hacía con serrín, tierra, hojas y flores pasando posteriormente a utilizarse la sal tintada que daba más esplendor y vistosidad. La fiesta del Corpus Christi es más que una fiesta religiosa, es una muestra de la unión del vecindario dando rienda suelta a la creatividad.

Hay un dicho popular muy conocido sobre esta fiesta: «Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión». Ahora habría que cambiarlo un poco porque de jueves se pasó al domingo, pero no deja de tener su esplendor.

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