La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Elizabeth López Caballero

El lápiz de la luna

Elizabeth López Caballero

Te cedo la palabra

Queridos lectores, hoy poco tengo que contarles yo. Hoy le cedo la palabra a una adolescente valiente, fuerte y luchadora que tiene mucho que contarles. Solo les pido que no pierdan detalle del artículo.

«TCA es, aún a día de hoy, un término poco escuchado y conocido para la mayoría. Incluso una palabra tabú. Pero hay a quienes le provocará escalofríos y recuerdos del pasado. Un vocablo que para muchas personas significa todo, pues es algo que se ha vuelto parte de ellas. Los trastornos de conducta alimentaria (TCA) están presentes entre el 1% y el 4% de la población española (más de 400.000 personas). Una de cada 20 adolescentes sufre algún tipo de TCA. Hay una gran cifra de personas que padecen este trastorno sin saberlo del todo porque lo tienen normalizado y no piden ayuda. A pesar de que la mayoría de casos se da en mujeres, el número de hombres con TCA ha aumentado en comparación con años anteriores. Vivir con cualquier tipo de TCA es una lucha constante contigo misma. Llega un punto en el que no sabes cómo es tu cuerpo, cómo eres tú y te llegas a odiar profundamente. Vivir con esta enfermedad puede atrapar tu vida por completo, todo acaba girando en torno al trastorno: tus salidas, tus amistades, tu vestimenta y tus pensamientos. Un TCA te consume en un abrir y cerrar de ojos. Muchas veces es incomprensible a la vista de otros. Te preguntan constantemente: «¿Cómo puedes ver tu cuerpo distorsionado?»; «¿Cómo le puedes hacer caso a la vocecita de tu cabeza, que encima te dice que te dañes de cierta forma?»; «No la escuches y listo». Estas son algunas frases que he oído cientos de veces respecto a los TCA. Por ello les diré una cosa: ¡No es tan fácil como parece! Con quien pasamos más tiempo es con nosotros mismos. Esto hace que ignorar a nuestra propia cabeza sea casi imposible. Al final llega un momento en el que tu voz interior grita tan alto que es imposible ignorarla por mucho que queramos. Es una guerra constante. La duda de querer dejar de hacerlo, pero a la vez es algo que se ha convertido en una adicción. Se vuelve parte de ti, no sabes cómo pedir ayuda y cuando te la dan no sabes cómo recibirla, porque quizá has perdido la esperanza o porque no te sientes merecedora de ella. Porque eso es lo que te dice tu cabeza y eso solo te provoca más dolor y sientes cómo tu felicidad va disminuyendo. Lo que intentabas ocultar empieza a notarse para el resto y las preguntas llegan todas de golpe. Te preguntan por qué lo haces, por qué no pediste ayuda, y muchos porqués para los que no tengo respuesta. Y, tristemente, llegan los comentarios fuera de lugar. Creo que una de las principales razones por las que alguien no pide ayuda -aparte de por lo que le dice su cabeza-: es por la sociedad. Porque los TCA no están visibilizados y muchas veces hablan de esto como si fuera un juego, muchas veces juzgan sin saber, sin conocer la historia de cada persona que hay detrás de este sufrimiento y, sin darnos cuenta, acabamos teniendo miedo del qué dirán. Así es como se vive con un TCA (de forma muy resumida). Es un problema de salud mental. Igual que cuando alguien se dobla una muñeca tiene que ir al traumatólogo, una persona con un TCA también va al médico, en este caso al psicólogo. Los trastornos mentales siguen muy estigmatizados hoy en día, como dije antes, las bromas constantes y, por ende, tomarse estos temas a la ligera, es lo común entre mucha gente, pero esto no es algo con lo que jugar ni bromear. Es algo que causa la muerte de muchísimas personas en todo el mundo. Así que si estás pasando por algo similar: ¡pide ayuda! Aunque sientas que la tormenta no tiene fin, déjame decirte que sí la tiene. No puedo decirte cuánto durará, pero sí puedo decirte que va a acabar, y el sol saldrá y tú volverás a brillar aún más fuerte que antes. No estás sola y ninguna tormenta, por muy fuerte que sea, dura para siempre».

Berenice María Hormiga Quintana (15 años)

Compartir el artículo

stats