Mónica Oltra, vicepresidenta de la Comunidad Valenciana, ha pasado en un par de días de la carcajada histriónica al llanto de la dimisión, imputada por encubrir los abusos sexuales de su exmarido a una menor. Entonces, en un intento grotesco de huida hacia adelante, mostró su intención de no renunciar para defender la democracia y alegando que todo se trataba de una campaña de los jueces y de la extrema derecha para acabar con ella. La euforia desatada junto a sus partidarios en Valencia se producía horas antes del descalabro electoral de la izquierda en Andalucía, presagio de que su mundo se desmorona porque es precisamente la democracia la que lo rechaza en unas urnas que hasta el domingo le habían sido sucesivamente benignas a lo largo de los años. Pero Oltra sigue insistiendo, pese al hecho imputado de tapar las prácticas repugnantes de su pareja, en que en este país siempre ganan los malos. Los buenos, como ella seguramente se considera a sí misma, están como dice para «defender a los vulnerables». Por ejemplo Teresa, la víctima adolescente de la infamia que pretendió ocultar para proteger al canalla íntimo que la visitaba en su cama con el fin de masturbarse.
Oltra y Colau forman parte de la foto para promocionar la plataforma con que Yolanda Díaz pretende «ganar España» mediante un pretendido proceso regenerador de la política, junto con la líder de Más Madrid y Fatima Hamed Hossain, portavoz del Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía de Ceuta, que encuentra en el velo un elemento dignificador de la mujer. Del grupo, el 40 por cierto, Oltra y Colau, están imputadas. La alcaldesa de Barcelona, por malversación, ha tenido que acudir ante el juez media docena de veces para responder frente a las denuncias. ¿Regenerar qué?, me pregunto. No entiendo lo que pretenden vender a estas alturas. O si simplemente todo consiste en pensar que la especie del género idiota sigue siendo inagotable y, sin más, lo compre.
