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Observatorio

La belleza de la ciencia

Soy de las que creen que la ciencia posee una gran belleza. Un sabio en su laboratorio no es solamente un técnico; es también como un niño frente a los fenómenos naturales, que le impresionan como al pequeño un cuento de hadas. Nuestra misión es hallar el medio de exteriorizar este sentimiento; no debemos dejar que se crea que todo progreso científico se reduce a máquinas y engranajes… que, por otra parte, también poseen su propia belleza". (Marie Curie, El porvenir de la cultura, Madrid, 1933)

Una de las facetas menos conocidas de la vida profesional de Maria Skłodowska-Curie es la de divulgadora. La científica más conocida de la historia, a pesar del pavor que le causaban las grandes multitudes, tuvo que salir de su laboratorio a buscar fondos para poder seguir investigando; también la empujó el deseo de transmitir a la sociedad la belleza y la importancia de la ciencia. Por otro lado, trabajó en estrecha colaboración con la industria, transfiriendo los conocimientos necesarios para desarrollar procesos industriales de extracción de radio y posteriormente de emanación –que hoy conocemos como el gas noble radón, producido por la desintegración radiactiva del radio– que entonces se usaba como desinfectante y cicatrizante.

Una actividad aún más desconocida de Madame Curie es la de profesora de educación primaria. Conocedora del temperamento huidizo de su hija Irène, muy parecido al de su padre, que nunca encajó en la escuela convencional, diseñó una a su medida cuyos profesores eran sus compañeros de investigación y profesores de historia y arte en la Universidad de la Sorbona. Niños y niñas de ocho y nueve años aprendían los fundamentos de la física, la química y las matemáticas en las clases que impartían los mejores científicos de la época con un gran componente experimental que se desarrollaba en los laboratorios de la Sorbona, para escándalo de los profesores más conservadores. En esta singular escuela el alumnado dedicaba más tiempo al ejercicio físico que al aprendizaje teórico y experimental.

Si había algo que caracterizó a Marie Curie fue la pasión que puso en todo lo que hizo y la ciencia fue, sin duda, una de las actividades a la que dedicó más tiempo y energía. La parte más conocida, su trabajo como investigadora, dio lugar a la cuantificación de la radiactividad y al descubrimiento de dos nuevos elementos químicos, por los que recibió un premio Nobel de Física y otro de Química. Pero también fueron notables sus esfuerzos para explicar la ciencia a la sociedad, cosa que hizo en multitud de conferencias impartidas en Francia, su país de adopción; Polonia, su patria; Estados Unidos, donde viajó en olor de multitudes en 1921 y 1929; y en España, donde fue invitada en tres ocasiones. En 1919 tuvo un papel protagonista en el Primer Congreso Médico Internacional, donde describió el servicio de radiología en camionetas que había puesto a punto durante la Gran Guerra. En 1931 vino como invitada del gobierno de la recién nacida Segunda República, y en 1933 encargada por la Sociedad de Naciones de organizar el congreso El porvenir de la cultura. Realizó este último viaje con un hilito de vida, pero participó en él activamente con el objetivo de que el entendimiento entre las naciones hiciera imposible otra guerra.

Su muerte, acaecida unos meses después de este viaje, le ahorró la pena de ver como esa República feliz que había nacido sin derramamiento de sangre, fue barrida de España por las fuerzas que no creían en el progreso de los pueblos. También la libró de ver como la radiactividad que ella había contribuido a desvelar, servía para construir el arma más mortífera jamás usada por el hombre.

Durante sus viajes a España impartió conferencias memorables. Al principio de este artículo se recoge un fragmento de una de ellas en la que defendió la belleza de la ciencia, que, según ella, surgía de la curiosidad inherente al ser humano y era uno de los principales motores de su desarrollo desde los albores de la humanidad. La ciencia como pasión y como parte sustancial de la cultura y de la prosperidad de los naciones.

El 23 de junio de 2022, el Congreso de los Diputados dio el visto bueno al dictamen de la reforma de la Ley de Ciencia con 279 votos a favor y 62 abstenciones. Que sea para bien.

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