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Manolo Ojeda

Cartas a Gregorio

Manolo Ojeda

¿Qué quieren las mujeres?

Todas queremos más, todas queremos más… más y más y mucho más”. No sé qué tendrá que ver el día del orgullo gay con la igualdad, ni tampoco el ser lesbiana con ser feminista, pero, a la vista del colorido y de los mensajes de la cartelería que hemos visto últimamente, todo parece formar parte de una misma feria carnavalera…

La igualdad en el trabajo es un derecho que reivindican las mujeres trabajadoras desde hace décadas, y la promulgación de la Constitución española de 1978 supuso la afirmación legal de ese derecho, así como la no discriminación por razón de raza, sexo o religión como principio del ordenamiento jurídico de nuestro país.

Ya en el siglo XVIII durante la revolución francesa, se empezaron a reivindicar los derechos de la mujer y la igualdad entre los sexos, también denominada emancipación o liberación de la mujer, una exigencia manifiesta a lo largo de todas las civilizaciones.

El camino hacia la igualdad está lleno de luchas y rebeliones contra la injusticia, y es el resultado de un proceso de aprendizaje de medidas institucionales y sistemas legales, sociales, fiscales y educativos que nos permita hacer de la igualdad una realidad duradera. Desgraciadamente, este proceso se ha visto debilitado por la amnesia histórica y el nacionalismo intelectual.

El Gobierno español acaba de aprobar una baja laboral de hasta tres días para las mujeres que sufran reglas dolorosas, lo que ha levantado no pocas polémicas a pesar de ser una normativa implantada en otros países desde hace mucho tiempo, lo que no quita para que algunos calaveras de la derechona española argumenten que hay hombres que están acostumbrados a tener relaciones sexuales frecuentes, por lo que solicitarían una compensación por el tiempo que sus parejas no estén disponibles, pensando quizá en los servicios de una asistente social disponible para esos días…

De cualquier forma, las mujeres aspiran a tener las mismas responsabilidades y las mismas condiciones de trabajo que los hombres.

Los tiempos han cambiado mucho, Gregorio, y ya no hay familias con nueve hijos como la que tuve yo. Mi madre tenía que apañárselas para atender a toda aquella chiquillería, pero mi padre trabajaba de sol a sol todos los días incluido domingos, que, además, abría su tienda desde las cinco de la mañana para atender a la gente de los alrededores que venía a comprar después de la misa de madrugada.

Creo que las mujeres no saben bien lo que hemos tenido que pasar los hombres por presumir de fuertes. No saben ellas lo que se pierden, y es que, en algunos casos, pueden llegar a ser tan estúpidas como nosotros.

La buena relación entre parejas no es una cuestión de igualdad sino de armonía, pero me temo que, por más que se consigan superar diferencias, seguiremos teniendo manifestaciones reivindicativas. Pero es lo malo de politizarlo todo, que se necesita de la confrontación permanente para justificarlo.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

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