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Guillermo García-Alcalde

Colosal gala lírica de ACO

No recuerdo un lleno tan absoluto ni lluvias de aplausos y bravos tan clamorosas como las de esta gala con que los Amigos Canarios de la Opera han rematado en forma concertante las cinco óperas de la temporada 2020. El Auditorio Alfredo Kraus fue espacio y atmósfera del júbilo placer de una audiencia visiblemente feliz por la calidad de tres admirables cantantes, mezzosoprano, soprano spinto y tenor, que en temporadas anteriores dejaron memoria de su belleza y musicalidad. Cuatro arias de gran repertorio cantó cada uno de ellos y un dúo final, magníficamente acompañados por la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria al completo y el Coro del Festival de Opera (felices intérpretes de dos páginas propias –un excelente Va pensiero entre ellas–) con el maestro isleño Rafael Sánchez Araña en el podio: impecable batuta en los pulsos exactos y los climas ideales.

La muy admirada mezzosprano italiana Daniela Barcelona interpretó magistralmente a Rossini, Donizetti, Verdi y Saint-Saëns con perfección en los estilos belcantista y romántico, admirable técnica de colocación vocal en la muy amplia tesitura que domina entre el grave parlato y el gran agudo, segura en la potencia, delicada en el canto coperto, y segura en la larga proyección de los pianísimos finales. Voz y canto propios de la gran diva mundial que es esta artista habituada a los grandes teatros y las primeras batutas. El final de su donizzetiano O mio Fernando fue tan apoteósico en la sala, que le saltaron las lágrimas. Aquel trueno celebrante la emocionó de manera visible.

La soprano georgiana Nino Machaidze, absolutamente en su mejor momento, comenzó con la preciosa canción a la luna de la ninfa acuática Russalka, de Dvorak, una maravilla de musicalidad y delicadeza, y prosiguió con el Schicchi, el aria de las joyas de Fausto, deliciosamente expansiva, y la versión, muy comunicativa y natural del Mi chiammano Mimi de La Boheme. Otra estrella mundial en el programa.

Y cerró el ‘cartello’ el joven tenor peruano Iván Ayón, voz lírica con densidades casi dramáticas en el centro y el el grave, con un sobreagudo heróico que enloqueció al respetable en todas sus exhibiciones. Es el mismo intérprete que hace dos temporadas tuvo que bisar la Futiva lacrima en las tres funciones del Elisir donizzetiano programadas por ACO. También figuró esa página en el concierto del pasado viernes, con un éxito tan grande como el de entonces, común ahora a sus solos de Verdi, Gounod y Puccini, así como al dúo con Machaidze O soave fanciulla, final de programada prolongado por el peruano con la infalible Donna e movile. Otro estallido en la sala…

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