Ahmed Moussa culmina su etapa como cónsul general de Marruecos en Canarias coincidiendo con la Fiesta del Trono. No se le ocurre a uno mejor final para su labor consular de relaciones entre los reinos vecinos. Deja su puesto tras contemplar desde Canarias el histórico giro del Gobierno de España sobre la excolonia del Sahara Occidental, su tierra de origen. Nacido en Dajla, la española Villa Cisneros, con DNI en su juventud y formado en la cultura de Galdós sin perder sus raíces, Ahmed Moussa es un hombre social del que solo se esperaban actos, palabras y modales de cortesía. Con humildad de sincero hijo de Abraham y solícito seguidor del profeta Mahoma, discreto, perseverante, infatigable en su constancia, es un padre de familia numerosa que culmina su labor consular convertido en un singular pontífice, un constructor de puentes, entre las Islas y Marruecos. El verdadero y genuino Moussa ha salido a escena en Canarias. Así asumió como nadie la ruptura de relaciones entre los dos países que llevó a la embajadora marroquí a regresar a Madrid. Jamás descompuso su figura y encaró sin un gesto hostil lo ataques más alevoso. Y sufre, sin ocultarlo, y se rebela cuando los líderes y afines del Frente Polisario se atribuyen la representación de todo el pueblo saharaui. También le duele que, a su juicio, el Polisario haya violado el alto el fuego y declarado la guerra en el Sáhara.

Moussa, con buen sentido y olfato natural, hospitalario en la mejor tradición del desierto, ha trabajado siempre para que su tierra forme parte del reino alauí con todos los derechos y singularidades. Monárquico de corazón, no conoce más punto de mira que la monarquía de Mohamed VI, actitud análoga a la fe que profesa, que en su caso van unidas en la persona del «Comendador de los creyentes».

La labor de Ahmed Moussa como funcionario del ministerio de Asuntos Exteriores alauí ha sido notable, en Madrid, Cataluña y Canarias, como también han sido notables su rectitud y su rigor profesional. De ahí que aún tenga recorrido en Rabat con su experiencia y, me atrevería a decir, un futuro político en la autonomía que, paso a paso, y con la adhesión progresiva de la comunidad internacional, se levantará en las tierras de los hermanos saharauis.

Renacido tras sufrir el covid en los tiempos más duros de la pandemia, en esta hora de la sustitución consular de Ahmed Moussa, queda en las Islas el ejemplo de su abnegación, de su generosidad y de su entrega a la causa de su reino. Ahmed Moussa, con familia política en las altas esferas de Rabat, aspiraba en las Islas a hacer una obra fecunda y duradera y, a fe de quienes le hemos tenido la oportunidad de contemplarle de cerca, que lo ha conseguido.