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Esteban Santana

La enfermería llega a las aulas canarias

La Consejería de Educación ha publicado recientemente las instrucciones para el próximo curso, un año donde se comienza a introducir la nueva ley educativa Lomloe, y donde se va volviendo a la «nueva normalidad». Estamos en plena pandemia, aunque aparentemente queramos ver otra cosa, además nos acecha otro virus, el de la viruela del mono y seguimos cayendo en los mismos errores prepandémicos, continúa siendo la comunidad educativa la encargada de preparar y supervisar el plan de contingencia de los centros.

El Parlamento de Canarias aprobó por unanimidad en septiembre de 2020 una iniciativa mediante la cual instaba al Gobierno regional a la progresiva implantación de la figura de la enfermera escolar en todos los centros educativos de las islas, personal que ya existe en países de la Comunidad Europea como Suecia, Francia o Alemania. Se empiezan a dar, dos años después, pequeños pasos, como el proyecto piloto que se pondrá en marcha este curso en Lanzarote, donde se contratará enfermeras a tiempo parcial (compatible con otras responsabilidades profesionales) para la puesta en marcha de un nuevo servicio de salud escolar en la isla.

La primera fase de este proyecto, que comenzará a desarrollarse a partir del mes de septiembre, coincidiendo con el inicio del próximo curso escolar 2022-2023, cuenta con el apoyo del Cabildo de Lanzarote, así como de tres municipios de la isla, si bien el Colegio Oficial de Enfermería de Las Palmas espera obtener suficientes datos y evidencias que demuestren su rentabilidad en términos de salud pública, con la idea de trasladar la experiencia al conjunto del archipiélago. Algo es algo y hay que aplaudir que esta medida se vaya implementando poco a poco, porque es el sentir de toda la comunidad educativa.

Durante la quinta ola del Covid 19, la compañera Gloria Ruiz y yo junto a personal sanitario realizamos un estudio titulado Creencias, Actitudes y Sentimientos de los docentes tras dos cursos escolares durante una pandemia que contó con la aprobación del Comité de Ética de la Investigación/Comité de Ética de la Investigación con Medicamentos Hospital Universitario de Gran Canaria Dr. Negrín y que cumple con las normas deontológicas exigidas por la Comisión Deontológica de la Universitat Jaume I. Además, el análisis estadístico contó con la colaboración de la Unidad de Apoyo a la Investigación del Complejo Hospitalario Universitario Insular Materno Infantil (CHUIMI) de Gran Canaria. Obtuvimos una muestra con un nivel de confianza del 95% y con un error muestral del 4% (Instituto Canario de Estadística, 2022), por lo que, en este caso concreto, hablamos con conocimiento de causa.

De los más de 640 docentes que pudimos entrevistar, entre otras cuestiones realizadas, el 82,5% consideró que la implementación de una figura sanitaria en los centros educativos hubiera ayudado a controlar los brotes de Covid-19 entre profesorado y alumnado. Este mismo 85% consideró que la pandemia evidenció las carencias del sistema educativo dejando a casi un 20% de docentes agotado física, psicológica y emocionalmente, y un 10% «quemado» por su trabajo actual.

Este dato nos hizo saltar la luz de alarma ya que nos dimos cuenta que uno de cada 10 docentes afirmaba encontrarse «quemado» por su trabajo actual ya que a su práctica habitual de aula se le había sumado el de prevención de la expansión del Covid. Además, como bien saben, los planes de contingencia de la Consejería de Educación no contemplaron figura sanitaria alguna para el manejo de casos o para adecuar los centros con las medidas higiénico-sanitarias dispuestas en el propio protocolo sino que se estableció un «responsable o referente Covid» (un docente designado en cada centro, muchas veces con buena voluntad pero sin formación sanitaria ni de prevención de riesgos) que hacía de interlocutor con los servicios sanitarios y que debía conocer los mecanismos de comunicación establecidos con los responsables sanitarios de su ámbito territorial, y debía manejar y gestionar los posibles casos de infección por Covid-19, sin supervisión de profesionales sanitarios.

Trabajar en la prevención cuesta dinero, pero salva vidas. como así afirma el Programa de Educación para la Salud en las Escuelas e Institutos (PESEI) y cuyos ámbitos de actuación establece entre otros: fomentar la promoción de actitudes y adquisición de hábitos saludables al alumnado de las escuelas e institutos, reducir comportamientos negativos de salud en la edad adolescente y adulta, facilitar al alumnado conocimientos de salud desde la etapa escolar temprana, mejorándola y dándole continuidad a lo largo de su vida escolar, potenciar el carácter participativo y de implicación de los escolares, docentes, familias, AMPAs y agentes implicados en temas de salud, así como entorno y comunidad donde está ubicado el centro escolar.

Además de fomentar el grado de compromiso de los alumnos con la salud, coordinar y colaborar con los equipos directivos de las escuelas para facilitar e integrar la educación para la salud en la escuela, y teniendo en cuenta las necesidades, peculiaridades y características de cada centro escolar. La conclusión está clara, más vale prevenir que curar y la implementación de la enfermería escolar en los centros educativos podría resultar clave para establecer las medidas higiénico-sanitarias de prevención y protección frente al Covid-19 y otras patologías, además de reducir las tareas adicionales no docentes del profesorado, para que nos dediquemos a lo que debemos hacer, enseñar.

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