La Provincia - Diario de Las Palmas

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Piedra lunar

Montañas Sagradas, masa crítica

A pesar de la amistad, la cercanía en el trato y algunas horas de trabajo en común llevadas a cabo durante años con miembros del entorno de la Reserva de la Biosfera y ahora de las Montañas Sagradas de Gran Canaria, no pudimos reprimir un respingo en nuestro asiento veraniego al comprobar cómo de manera arbitraria y definitiva se ha optado por ubicar la sede del Instituto de gestión en la calle Buenos Aires de la capital grancanaria. Se ha optado por un inmueble, a la sombra del reloj del Cabildo, del que se hace un canto patrimonial y se dota con una muy sustanciosa cantidad económica (1.408.159 millones de euros) para su rehabilitación.

Como miembro del Consejo Científico desde sus orígenes. se nos hace preciso conocer quién toma este tipo de decisiones que afectan a un importante órgano medioambiental y por ende a un amplio sector socio cultural de nuestra isla. Aquí y ahora no vamos a actuar de corifeo sino de expresar una opinión objetiva que guarda estrecho compromiso con el territorio. Es vergonzoso establecer una sede directiva y de gestión nada más y nada menos que a cincuenta kilómetros del territorio en el que se hallan los valores patrimoniales que hay que gestionar a pie de obra. Se ha creado un instituto, con personal técnico dotado, eso creemos, de titulaciones universitarias, pero que no han tenido la cortesía ni la deferencia de consultar con alguno de los cronistas que además de haber nacido en uno de sus caseríos, trabajan y reflexionan sobre el ámbito desde hace más de cincuenta años. Como expertos vivenciales de las múltiples iniciativas originadas en la evolución socioeconómica del ámbito de cumbres, mantenemos nuestras dudas sobre el conocimiento que un conjunto de advenedizos puedan tener de los elementos que configuran este territorio.

El presidente de nuestro Cabildo, don Antonio Morales, ha acuñado el lema «La Cumbre vive» que no deja de repetir cuando la ocasión le es precisa. Este columnista tiene el honor de haber recibido el apoyo a la interpretación en dos ocasiones (gratis et amore) por el coro y la OFGC en el Auditorio Alfredo Kraus de la cantata Montañas Sagradas de Gran Canaria. Ello no ha sido óbice para ahora levantar la bandera reivindicativa relativa a la ubicación de la sede del instituto en un solapón contiguo al Mirador de la Montaña de La Cilla. El lugar es inigualable para llevar a cabo la observancia de los múltiples elementos que configuran nuestras montañas Sagradas:

El cúmulo patrimonial, al socaire del yacimiento emblemático de Risco Caído, se complementa con un paisaje cultural que incluye elementos geológicos como la sierra del Bentayga con la gran caldera de Tejeda y el proceso de su formación por hundimiento; los yacimientos arqueológicos de Acusa, Bentayga, Cuevas del Rey Risco Chapí; aspectos etnográficos como la peculiar finca del Lavadero, con aljibe en el subsuelo susceptible de su conversión en Auditorio y museo didáctico de modelo de finca de cumbres; la reconstrucción del paisaje agrario; la guía de senderismo con nuevos miradores; la etnografía troglodita con la expresión de Barranco Hondo; la tralla como medio de extracción de aceite de almendra amarga; la observación del cielo y su vínculo con una tradición secular; los residuos de la actividad agraria con la expresión de la trilla en las eras recuperadas; las tradiciones folclóricas en torno al patronazgo de La Cuevita; la fiesta de San Matías como patrono de los Pinares de Gran Canaria; el aprovechamiento hidráulico en un territorio abrupto tendente a la sequía.

La puesta en valor de todos estos elementos. entre otros, ha de potenciarse con la gestión en el propio ámbito y no en la burocratización a cincuenta Kilómetros de distancia. La reciente celebración del aniversario de la declaración por la Unesco fue un evento lúdico de integración, con una escaleta de intervenciones en la que, sin embargo, quedó en evidencia la ausencia de los protagonistas del día a día además de seguir practicando el viejo adagio de Juan Palomo «yo te lo robo y yo me lo como».

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