Fue Ángel un creador nato, dotado del carisma del progreso y volcado en el desarrollo integral de la inteligencia canaria. Uno de esos ciudadanos (el mejor) que piensan en el desarrollo y la prosperidad de todos como inversión idónea del propio talento. Fundador en los cuatro vectores del crecimiento colectivo, formación, iniciativa, empresa y avance social, su huella es imborrable por la generosa entrega, el impulso modernizador, la presencia en todos los organismos asociativos que configuraron su calidad intelectual y la eficacia económica de la segunda mitad del siglo pasado y lo que va del actual. El núcleo absoluto de su voluntad fue la puesta al día y el crecimiento económico de Canarias, patria adoptiva desde su niñez de asturiano que se hizo merecedor de todos los reconocimientos y galardones posibles en el tiempo de su vida en Canarias.
Lamento profundamente el final de esa vida tan digna de gratitud y, muy singularmente, la enfermedad invencible que le apartó en los últimos años de sus amigos, colegas y colaboradores. Siempre hemos sentido gratitud por su confianza y poder de movilización. Y seguiremos sintiéndola por el inmenso legado que nos deja con el ejemplo de su disponibilidad incondicional a todas las ideas de actualización y progreso, compartidas con su trabajo cotidiano. No es casual que deje huella en la totalidad de las ideas e iniciativas que han dinamizado el Archipiélago. Entregado a ellas con lealtad y entusiasmo, su memoria es inseparable de los momentos históricos en que Canarias alcanza el reconocimiento de su Régimen Fiscal, las excepciones en la entrada de España en la Unión Europea, la presión por la Universidad completa en la provincia de Las Palmas y, siempre, la expansión y firmeza del movimiento empresarial, en el que participó como protagonista, presidiendo siempre las instituciones socioeconómicas, nunca políticas, de las que era fundador o llamado a serlo.
Su preocupación por la cultura económica, correctora de los espontanei’smos, se exterioriza en realidades que hablan por sí solas: Fundación Bravo Murillo, Escoex y la Universidad del Atlántico Medio: todas las por él presididas en consejos formados por los colegas empresariales más eminentes. En su trabajo privado ostentó durante 40 años la presidencia de Toyota-Canarias; en el frente público, la sola relación de entes que fundó y/o encabezó haría interminables estas líneas que intentan evocar al amigo.
Porque Ángel Ferrera Martínez era el gran amigo de todos cuantos gozamos de su amistad. Una persona admirable, honesta, sin vanidades ni alardes, dispuesto siempre a la solidaridad, consciente de su papel en todos los compromisos que asumió pero enemigo de toda jactancia. Esa sabiduría de la amistad queda para siempre en la memoria de quienes la hemos conocido, enlazada con la admiración por una vida tan fecunda,
No te olvidaremos, Ángel. Tu modelo es difícilmente alcanzable pero tu generosa presencia en el mundo es un ejemplo a imitar, una meta que merece el esfuerzo de llegar a ella.
Para tu esposa, tus tres hijos, tus nietos y biznietos, nuestra solidaria expresión de condolencia, seguros de que seguirás con todos mientras vivamos. Ahora te echamos muy en falta. El mundo cambia, tal vez a peor, y líderes como tú, conductas como las tuyas, son las que pueden enderezar lo que se tuerce. Hasta siempre, fraternal amigo.
