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Xavier Carmaniu Mainadé

Entender + con la Historia

Xavier Carmaniu Mainadé

El origen de los bancos centrales

Superada la pandemia, la economía vuelve a ser la gran protagonista de la actualidad y con ella los bancos centrales, que son quienes regulan la política monetaria. Tienen una larga historia que empezó en Barcelona.  

Otros veranos, cuando nos bañábamos en la playa de reojo vigilábamos nuestras cosas no fuera que tuviéramos un disgusto. Este año, además, como aquél que no quiere la cosa, también hemos estado controlando las noticias económicas porque todo el mundo dice que se acerca un otoño complicado. Sin embargo, como ocurre con las grandes olas, de lejos no parece que tenga que ser gran cosa. De momento, el cambio de escenario informativo ha sustituido a los epidemiólogos coronavíricos por los economistas y los bancos centrales, que son los encargados de decidir cuánto pagaremos cada mes de hipoteca con la regulación de los tipos de interés. Estas instituciones, aunque ahora no lo parezca, nacieron para hacernos la vida más fácil.

Potencia marítima

A finales de la Edad Media con el incremento del comercio de mercancías, las ciudades portuarias del Mediterráneo necesitaban instituciones de referencia para dar garantías y solvencia a las transacciones. Esto explica que el primer banco público fundado en Europa naciera en 1401 en Barcelona, que era una de las potencias marítimas de la época. Fue idea del Consell de Cent y lo llamaron Taula de Canvi. Su buen funcionamiento hizo que tanto la Generalitat como la Corona (la de Aragón), lo utilizaran. Y lo hicieron también una cuarta parte de los ciudadanos de Barcelona, que abrieron una cuenta.

Es importante recordar que entonces las ciudades gozaban de mucha autonomía y algunas eran estados, como Venecia, Florencia o Génova. Todas tuvieron organizaciones bancarias similares a la barcelonesa para dar cobertura financiera a los ricos mercaderes que operaban en sus puertos.

Cuando después del descubrimiento de América, el comercio internacional basculó hacia el Atlántico, el modelo se trasladó a las tierras del norte. En 1609 Ámsterdam fundó el Wisselbank, que se encargaba de regular los tipos de cambio de las monedas que circulaban por los Países Bajos y así facilitar las operaciones de intercambio entre hombres de negocio de distintas procedencias. La idea fue imitada, una década más tarde, por la Ciudad Libre de Hamburgo y su banco central fue operativo hasta que se fusionó con el Reichsbank alemán a finales del siglo XIX.

Con la llegada de la época moderna, la vieja organización política de la Edad Media evolucionó y las monarquías fueron acumulando más poder en sus manos. El máximo exponente de esta tendencia fue el absolutismo borbónico francés pero, en realidad, todas las cortes europeas intentaron hacer lo mismo y esto se tradujo en un mayor control de las finanzas públicas. Este fue el caso de Suecia, donde en 1656 el rey Carlos X Gustavo fundó el Banco de Estocolmo aconsejado por Johan Palmstruch, un mercader de Ámsterdam que a partir de ese momento se hizo cargo de la nueva institución financiera.

Por aquel entonces el cobre era el patrón monetario de Suecia y se guardaba con unas placas que pesaban varios kilos. Obviamente no era demasiado práctico llevarlas de un lado a otro para hacer negocios y Palmstruch, inspirándose en el banco de su ciudad natal, ofreció la posibilidad de depositar ese cobre en la caja fuerte del Banco de Estocolmo. A cambio, daba un billete como recibo a los depositarios. Aquello fue un éxito inmediato y la entidad llenó enseguida las arcas. Al ver que pasaba el tiempo y nadie las tocaba, Palmstruch empezó a ofrecerlas en préstamo, sobre todo a la Corona, que iba corta de dinero. Todo fue bien hasta que el cobre se depreció y todo el mundo quiso recuperar los depósitos de golpe. El problema es que no había suficientes placas para todos y, para salir del lío, el neerlandés imprimió unos nuevos billetes desvinculados de los fondos de cobre, pero cometió el error de hacer demasiados y provocó una inflación galopante de la que no se salió hasta que el banco quebró y estalló una fuerte crisis en todo el país. A pesar de la mala experiencia, el Parlamento sueco se dio cuenta de que debía existir una entidad reguladora y crearon el Banco de los Estados de Suecia para garantizar el buen funcionamiento de la economía. Ah, y a Palmstruch lo encerraron en prisión.

en activo

El nacimiento de los actuales supervisores

Tras Suecia, otros países pusieron en marcha sus bancos centrales. En 1694 nació el Banco de Inglaterra y en 1716 fue el turno de Francia. En España, en 1782 Carlos III auspició la fundación del Banco de San Carlos, que acabaría convirtiéndose en el Banco de España. La Reserva Federal de Estados Unidos se creó en 1913 y el Banco Central Europeo, con sede en Fráncfort, es de 1998.

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