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Javier Cuervo

Artículos de broma

Javier Cuervo

Pobreza, ruido, alegría y luz

De nuestra historia de infelicidad y clasismo viene, señor marqués, el gusto por la alegría, esa que dura poco en la casa del pobre, esa que nos da fama de pobretes, pero alegres. La alegría pobre se identifica con el ruido. Si hay ruido hay ambiente; si hay ambiente, barullo, muchos pobres en movimiento caótico. Somos un pueblo ruidoso con siglos de pobreza. ¿Que en medio de la bulla cae una copa y se hace añicos?

– ¡Alegría!

La ignorancia, muy celosa de su alegría, no quiere ver, oír, leer ni conocer cosas tristes, que bastante tiene uno para sí. A veces hay verbena en este valle de lágrimas.

– Pon Tele 5.

Este pueblo ruidoso porque es pobre identifica la alegría con el gasto porque hace dos generaciones en muchas casas no había para consumir fuera. Cuando los comerciantes y los hosteleros detectan que, aunque vean al mismo gentío, mengua la caja dicen:

– No hay alegría.

La frase original era «no hay alegría de gasto». Qué alegría les da a ellos la alegría de gasto. A quienes gastan también les hace sonreír que el dinero cumpla apetencias. No es suficiente. El sistema que promete la felicidad ni siquiera busca la alegría, pero sí las carcajadas. El Jocker y el bróker van a carcajada llena.

La alegría y el gasto se hicieron luz en los años prósperos de la especulación inmobiliaria cuando las noches de las ciudades se encendieron, radiantes, hasta convertir a España en un escaparate turístico para extraterrestres y en uno de los países con mayor contaminación lumínica del planeta. Fue hace 30 años, muchos lo podemos recordar. También lo que tenía de derroche sin sentido, de horterez neorrica.

– ¡Pero se puede pagar...!

Iluminó relaciones muy felices de autoridades políticas y eléctricas.

– Sin luz de escaparates la calle está triste.

No, sólo está algo más oscura. Oscuridad, silencio, quietud, connotadas como tristes, son impagables porque van contra el barullo del consumo connotado como alegría que es todo dinero.

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