El muchacho nació en el peor hogar posible. Con malas personas en su entorno; especialmente unos padres que trabajaron duro para destrozarle la vida al chico, lográndolo. Hace meses me contaron el caso pero esperé a escucharlo con detalles. El chico no lo sabía hasta que ese día llegó. Desde que conocí el abuso de poder de unos padres con su hijo, me acerqué a quienes conocen el caso y lo reprueban pero poco podían hacer, salvo discutir. Un mal padre y una mala madre, sin más. Sin haber pisado un banco en su vida, el joven ya tenía deudas imposibles. Nació en La Palmas de Gran Canaria, tiene 28 años e impagos que lo desbordan, raro teniendo en cuenta que no ha trabajado nunca y no tiene capacidad para avalar un crédito. El muchacho no lo supo hasta que llegaron avisos bancarios a casa amenazando con embargos. Desconocía de qué hablan aquellos papeles y preguntó. Los padres comenzaron a ser conscientes del laberinto en el que habían metido a su hijo y fue entonces cuando el banco, advertido por un tío del muchacho, movió ficha, reclamó la actualización de la deuda y los padres sin cabeza lo sacaron de España. La basura empezó a flotar. La entidad bancaria escarbó tratando de conocer quién estaba detrás de un joven moroso y por qué razones tenía deudas bancarias. Así supieron que el papá ya había ensayado en otras ocasiones lo de tirar balones fuera, es decir, sortear deudas engañando a los estafados. Era, es, tan imbécil como ignorante. En el caso de los bancos, no sabía que nunca pierden. Cuando la policía lo interrogó culpó a la madre de su hijo pero ella tuvo un golpe de suerte. Guardaba los correos exigiéndole al indeseable que liberara al muchacho de deudas ajenas. Familia y amigos dieron un paso al frente y la deuda se está pagando.
La pagan ellos.