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Reflexión

Sahara: falta una incógnita en la ecuación

Tuve el privilegio de conocer al pueblo saharaui cuando estuve destinado allí durante dos años. Desde Villa Cisneros, hoy Dajla, salía de patrulla al desierto –que estaba limpio, como dijo Lawrence de Arabia– e interactuaba, siempre que podía, con las gentes de esa zona maravillosa. Luego, pasó lo que pasó y dejamos tirados a unas gentes que nunca merecieron ese trato.

Lo que sucedió, por otro lado, era inevitable. El cómo sucedió fue despreciable. Pero el pueblo saharaui y el Frente Polisario merecían al cabo de los años otro trato por parte de la todavía potencia administradora: España. Hace unos meses, nos enteramos con sorpresa de la existencia de una carta del Gobierno español al rey de Marruecos en la que se señalaba que la autonomía del Sahara Occidental bajo la soberanía marroquí era la más realista para solucionar el problema del ese territorio. Suponía un cambio radical de la posición española en más de cuarenta años y, además nos enterábamos porque el Rey de Marruecos hacía pública esa carta.

Este hecho, en sí, ya es para sospechar de todo lo que llevó al gobierno español a una decisión de este calado. Argelia se enfada, el Polisario no digamos, algunos aplauden. Previamente se habían movido algunas fichas respecto al país vecino: el presidente Trump apoyaba las tesis marroquíes, Israel retomaba relaciones y vendía armas y tecnología, por ejemplo. La llegada de Biden a la Casa Blanca no supuso cambio alguno. La guinda llega de la mano del presidente español. Y a aguantar el chaparrón tocan, incluso con el riesgo de las relaciones con Argelia y con el corolario del gas que nos llega de aquel país.

A la vista de todo lo anterior no resulta extraño que en toda esta ecuación falte una incógnita: Estados Unidos. ¿A qué presiones se ha visto sometido el gobierno de Madrid para dar un volantazo como éste, inexplicable por otro lado? Por eso falta una incógnita en la ecuación. Porque lo de la autonomía tal vez se pueda explicar, aunque no justificar, incluso con un quiebro que diga que esa posición es conforme con las resoluciones de la ONU. Que lleguen a un acuerdo las partes y se haga por fin el referéndum en el que el pueblo saharaui decida su futuro. Un referéndum, claro, con una sola pregunta y tres posibles repuestas. ¿De cuál de estas posibilidades es usted partidario? Una: régimen de autonomía dentro de la soberanía de Marruecos. Dos: integración con Rabat. Tres: Independencia.

Claro que primero habría que conseguir que Marruecos y la RASD llegaran a un acuerdo para esto. Y a ver quién le pone el cascabel al gato. En todo caso el pueblo saharaui no se merece ni lo que le hizo el Gobierno español entonces ni lo que le ha hecho ahora. Por eso hay que pensar en el peso de la incógnita que falta en la ecuación para que Madrid se haya sometido al gran chantaje que siempre intenta hacernos el rey de Marruecos.

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