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Juan Gaitán

El ruido y la furia

Juan Gaitán

Ahorrar

Una señal indiscutible de nuestra sensación de permanencia es que ahorramos. Nadie vive al día si puede evitarlo, espera siempre la llegada de otra mañana, guarda algo para empezarla, siquiera sea el desayuno: Un poco de pan, un poco de aceite, un poco de café. El «carpe diem» es solo una hermosa tradición poética.

Nos enseñan desde pequeños a ser previsores. El ser humano es una criatura atada al tiempo y a la esperanza, dos ideas inaprensibles, enigmáticas, indescifrables, a las que se apega como a verdades indiscutibles. ¿Qué niño no ha tenido una hucha? Yo siempre la llamé “alcancía” y me gusta seguir usando ese nombre, acaso porque siempre resuena en mi interior, antes de pronunciarla, con la voz inolvidable de mis mayores. Alcancía… Yo tuve muchas. Nunca engordaban demasiado, lo indispensable para poder comprar el tebeo o el libro anhelado. Llevaba una estricta contabilidad de lo que había dentro con la clara intención de romperla en cuanto estuviera seguro de que contenía lo suficiente. No hacía mucha gracia en casa que tuviese siempre tan a mano el martillito aquel, pero mis gustos siempre fueron de poco presupuesto y eso provocaba que con frecuencia hubiera un pequeño desastre, un leve montón de escombros y un cerdito de barro que había perdido su rechoncha forma.

Ahora nos hablan, desde Europa, de la necesidad de ahorrar. Los mensajes se suceden, uno tras otro, como una marea que sube. Empezó Macron, el presidente de la República Francesa, anunciado el fin de la abundancia, y ahora siguen desde diferentes estamentos haciéndonos el cuerpo para la que se nos viene encima. Viviremos, si no lo estamos viviendo ya, el final de ese modelo que se describió con tres palabras inglesas: «easy, quickly, free», que se tradujo como «fácil, rápido, gratis». Nos creímos que el mundo iba a ser así, el bienestar de tenerlo todo a la mano y no pagar por ello. Ahora ya hemos visto que no, aquí está la factura. A ver cómo la pagamos.

Hay en todo esto, sin embargo, una trampa conceptual que me preocupa. Conviene leer entre líneas lo que dice esta gente. Cuando hablan de ahorrar, seguramente lo que quieren decir es que habrá escasez. O no alcanzará para todos o no tendremos dinero suficiente para pagar aquello que necesitemos. Ya hay mucha gente en esa tesitura, viendo que no les alcanza para vivir, y otros cierran el negocio porque los gastos superan los ingresos.

Ahorrar es la nueva consigna, pero para ahorrar hace falta tener, y no está garantizado que vayamos a tener. Y, al cabo, quizás lo único que merezca la pena ser ahorrado es lo que no tenemos. Lo dijo César Vallejo en aquellos versos: «guardar un día para cuando no haya,/ una noche también, para cuando haya».

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