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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

TMT: esto no es Hawái

Si hay un sector productivo, sostenible, científico y competitivo del que Canarias debe sentirse orgulloso es el astrofísico. La instalaciones del IAC y las alianzas internacionales que se tejen alrededor de sus observatorios son una prueba de que es una referencia a proteger. De acuerdo con ello, resulta difícil de entender la guerra judicial de los ecologistas de Ben Magec contra la construcción del Telescopio Gigante de La Palma (TMT, 30 metros), que en estos días ha recibido el aval del TSJC frente a los reparos de la organización.

Sin descartar aún la última bala de un recurso de casación, se da vía libre para la ocupación de 9,8 hectáreas del Pinar de las Ánimas y Juanianes, en Puntagorda, La Palma. Una localización que maduró a raíz de la oposición de la población a que fuese levantado en Mauna Kea, la montaña más sagrada de la cultura hawaiana. La activación del plan b en La Palma, no se sabe si por empatía con las protestas con los insulares del Pacífico, espoleó la agitación judicial en Ben Magec. Un impulso legítimo, pero duro de roer .

No vamos a extendernos aquí en los beneficios que para La Palma tiene el TMT después de la erupción volcánica y de las incógnitas que se ciernen sobre su proyección económica. Quizás no sean todavía argumentos suficientes para que Ben Magec corrija y se dedique, en vez de fiscalizar al IAC, a vigilar el cumplimiento del informe de impacto ambiental de Chira-Soria, o a examinar cómo va a afectar a la carga del territorio el festín de carreteras que nos prepara el Gobierno de Canarias y su Consejería para la Transición. Son dos cometidos arduos, más prominentes que la ardiente pasión con la que se ha dedicado a frenar el TMT.

Desconozco si Ben Magec quería (o quiere) la misma medalla que ha ganada el movimiento de protesta hawaiano, pero sencillamente ni el contexto es el mismo ni las tradiciones de allí son aplicables a Puntagorda. Está claro que ni el IAC ni el consorcio del TMT, cuyas características rotundas se pueden visitar en Wikipedia, tienen patente de corso para hacer lo que les da la gana, es decir, no cumplir con los informes necesarios. Pero no encontramos ante una infraestructura de interés general, avalada por varios pronunciamientos del Parlamento, cuestiones que deberían ser más que suficientes para dar prioridadad a las negociación frente a la incertidumbre judicial.

El exceso ecologista nos lleva, y no sin fastidio, a pensar en un adanismo que sitúa los principios por encima del progreso. ¿Creemos que el IAC es una fuente de corrupción urbanística? ¿Pensamos que el IAC paga comisiones a los ayuntamientos para sacar adelante sus planes? ¿Hay sospechas de que el IAC se enriquece y tiene una fortuna en cuentas ópacas abiertas en un paraíso fiscal? No. Todo lo contrario, el saber astrofísico es hoy en día uno de los grandes pilares para la evolución del mundo, razón por la que se necesitan las lentes más potentes. La Palma, ahora una tierra cabizbaja, tiene la suerte de poseer un cielo único para la observación y de tener varias generaciones de científicos dispuestos a desnudar las constelaciones.

Allí, en La Palma, entre cálculos matemáticos y descubrimientos, se ha logrado crear un paraíso del conocimiento, lo que las demás islas buscan no sin cierta ansiedad. Necesitamos a los ecologistas, a Ben Magec, pero este tipo de progreso no puede ser tratado como otros que nos llenan de contradicciones.

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