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El ojo crítico

Los partidos políticos no son los culpables

Hay un mantra muy repetido en el ámbito político según el cual determinados problemas que han surgido en los últimos años son responsabilidad de unos partidos políticos que no han sabido dar respuesta a las demandas de la sociedad. Si bien es cierto que, como toda agrupación de personas con unos estatutos y una burocracia propia, los partidos tienden a reaccionar de manera lenta ante el cambiante mundo en el que vivimos, en el que los acontecimientos responden muy a menudo a modas, bulos e ideas absurdas de internet, los actos y las medidas a tomar, aunque estén marcadas por la inmediatez de los medios de comunicación y la tiranía de las redes sociales, deben ser objeto de una mínima reflexión por parte de los responsables políticos en la que además de estar presente el ideario político de cada partido deben prevalecer los intereses generales.

Se suele decir que la aparición de partidos de ultraderecha en Europa, también en España, se debe a que los partidos tradicionales no han sabido dar soluciones nuevas a problemas nuevos. La crisis económica que Europa arrastra desde el año 2008 ha provocado que la ciudadanía haya buscado culpables donde no los hay. En vez de responsabilizar a la economía de mercado y a los loobys ultraliberales de la existencia de un mercado injusto liderado por unos pocos que buscan hacerse más y más ricos a costa de la gran masa social, el gran éxito de los poderes económicos ha sido hacer creer a las víctimas de sus desmanes que los responsables de sus penurias económicas son los inmigrantes, la ecología o la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.

Y en este contexto han surgido y han aumentado su implantación en la sociedad europea los partidos de ultraderecha. Partidos que expresan bien a las claras sus ideas racistas, xenófobas, machistas y conspiranoicas. Todo ello con la voluntad de captar votos entre votantes descontentos. ¿Pero descontentos de qué?, podría decirse. Pues con todo. La idea es buscar un culpable que cargue con la responsabilidad de aquello que no funcione para evitar que las verdaderas causas se hagan públicas y notorias y que la responsabilidad individual se diluya gracias al hallazgo de supuestos culpables ajenos.

Pero el verdadero culpable de la aparición de los partidos ultraderechistas en Europa es la voluntad individual de cada persona que decide apoyar a estos partidos que les entrega un culpable para cada una de sus frustraciones. Después de la Segunda Guerra Mundial los alemanes buscaron mil y una excusas para justificar su apoyo al nazismo. Primero dijeron que no habían sabido lo que el nazismo hizo desde que se hizo con el poder en Alemania. Mentira. Un estudio publicado hace algunos años después de quince años de investigación demostró que prácticamente en cada población alemana hubo un campo de concentración, aunque fuera de pequeña extensión. Los aliados descubrieron los campos que a los nazis no les dio tiempo a destruir. Después dijeron que cuando votaron al partido nazi a comienzos de los años 30 no se imaginaban lo que iban a terminar haciendo. Otra mentira. Después de la guerra los pocos judíos alemanes que sobrevivieron explicaron que si hubo un partido que desde el principio dejó bien claro cuales eran sus intenciones fue el partido liderado por Hitler. A los alemanes les ha costado admitir la verdad, es decir, que apoyaron al régimen nazi sabiendo lo que iban a hacer, pero han terminado por hacerlo. Una alemana, Géraldine Schwarz, lo contó muy bien en su libro Los amnésicos. Historia de una familia europea (2019) . Sus antepasados apoyaron el nazismo para aprovecharse de los judíos. De sus negocios, su dinero y de sus propiedades. Así de simple. Un joven Patrick Leigh Fermor, que recorrió toda Europa caminando desde Londres a Estambul a finales de 1933, asistía cada noche, incrédulo, a los desfiles que todas las noches se celebraban en las poblaciones alemanas en que estuvo, en los que decenas de voluntariosos nazis con pantalón corto, caminaban con antorchas encendidas por calles a oscuras. ¿Ningún habitante de esas poblaciones se temió lo peor?

En España los partidarios de VOX saben lo que están apoyando: el racismo, el machismo, el mantenimiento de costumbres retrógradas, la negación del cambio climático y el apoyo a la dictadura franquista. Conceptos que los dirigentes de VOX no tratan de ocultar. Y por si fuera poco, a todo esto se han sumado las teorías conspiranoicas sobre el 11M y el movimiento antivacunas de ignorantes que no temen quedar como palurdos.

Los partidos políticos tradicionales tienen su cuota de responsabilidad en el sentido de que les cuesta darse cuenta de los cambios que, a veces de manera vertiginosa, se producen en la sociedad. Les falta en ocasiones llamar a las tonterías propias de ignorantes lo que son: tonterías de ignorantes. Pero los verdaderos culpables del surgimiento del fascismo en Italia o del neofranquismo en España son todas las personas que de manera individual apoyan a la ultraderecha.

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