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Matías Vallés

Al azar

Matías Vallés

La política del Elías Ahúja

La película francesa El acusado es una de las principales del año porque viene a cuento tras cada polvareda sexual. El padre en la pantalla del joven juzgado por una presunta violación se encela en una «zona gris» sin testigos, que exime de culpa suficiente a su vástago. Su esposa cincuenta años más joven, estamos en el dominio de la ficción, le pregunta desafiante cuál sería su postura si la supuesta agredida sexualmente fuera su hija. «Entonces lo mato», es la lapidaria respuesta. La sociedad en su conjunto debe equilibrar la indiferencia cómplice y la pulsión de la venganza sangrienta. De ahí el asombro ante la infinita cantidad de pronunciamientos que son necesarios para condenar los gritos infectos que simbolizarán para siempre al muy masculino colegio mayor Elías Ahúja. La adhesión es el signo de los tiempos, pobres de los disidentes.

Durante el juicio de El acusado, una antigua amante del presunto agresor es interrogada sobre el uso de la palabra «puta» durante sus relaciones sexuales con el acusado. La mujer culta inscribe el apelativo como un término admitido por ambos en el seno de su intimidad fantasiosa, y califica de joven noble a su antigua pareja. Se llega así a la cuestión del ámbito, decisiva antes de que el mundo degenerara en un panóptico, donde todos lo ven todo a todas horas. De ahí que el espíritu de rebaño de los borjamaris del Elías Ahúja se transmita a sus acusadores, que a la vez aplauden como un himno patriótico la deliciosa canción machista que impulsó la honra de España en Eurovisión hasta una decorosa segunda plaza. Por no hablar de los hombres y mujeres extasiados a miles sin reproche en un festival de reguetón de letras testiculares. Y pagando.

Gracias al centro religioso Elías Ahúja, la palabra «puta» ha adquirido carta de normalidad, así que los borjamaris de provincias siguen dominando el mundo. Los jóvenes eructadores del colegio mayor gritaron un manifiesto político de ultraderecha, predicaron la buena nueva hiperventilada de un país orgulloso que no quedará segundo ni en Eurovisión.

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