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Esports: jugar a no perder

La situación es la siguiente: nos encontramos ante una mala racha de resultados en una partida de esports. Nuestras partidas acaban en derrota y éstas se van acumulando, aunque a veces sea por diferencia mínima. Puede que se intercalen pequeñas victorias con un coste excesivo. Nos esforzamos, pero nuestro desempeño empeora, ya ni con un simple destello de calidad individual se gana. Tenemos la sensación de que este escenario ya lo hemos vivido antes y es «siempre» el mismo. Que nunca cambia o que nada parece revertirlo. Acabamos de entrar en la losing queue y sufrimos la desesperación del antes, durante y después de los resultados.

Esports: jugar a no perder

Si nos referimos al rendimiento en los deportes electrónicos, se presentan ocasiones para darle la vuelta a la racha o perpetuarla del todo. Nos bloqueamos y no terminamos de reencontrarnos con la satisfacción con la que jugábamos la primera vez. No podemos controlar que nuestra conexión se estropee en un momento decisivo, que nuestro equipo decida voluntaria o involuntariamente permanecer en base y dejarnos en desventaja numérica, que se sucedan timings sin mayor explicación que la «mala suerte» o que por una jugada infructuosa se eche a perder todo lo conseguido, y no dudo que sea suficiente para colmar la paciencia de quienes más perseveran con la mejor de las intenciones ante los augurios más tempraneros del característico ff. Este no era nuestro propósito cuando le dimos a iniciar partida. Sin embargo, salir del bucle puede ser una tarea dificultosa.

Tomarse un descanso viene bien para aliviar el malestar, a veces es incluso necesario, pero conviene recordar que hay cosas que sí que podemos controlar ante los malos resultados, por ejemplo, aquello que nos disponemos a hacer cuando pasamos por esta situación. Tal vez no eliges el resultado, sí decides cómo afrontarlo. Muchas veces se ha dado por perdido un partido cuando la estadística nos reitera que existe el llamado comeback. No por nada en VALORANT se dice que ir perdiendo 3-9 puede convertirse en una maldición para quien va ganando. Existe el miedo a perder y a seguir perdiendo, pero mayor es el miedo a no hacer nada. Todavía me pregunto si el equipo gana cuando es mayoría, cuando juega mejor o cuando mejor se prepara para superar circunstancias adversas tantas veces sucedan. Esta proactividad es individual y se contagia tanto o más que la resignación. Considero que adaptarse forma parte del desafío, porque cuando te diviertes jugando una partida en realidad estás ganando la siguiente. El videojuego se convierte finalmente en un juego de emociones donde hay sitio de sobra para las positivas.

Vamos a presentar una pauta y, por supuesto, marcarnos el reto de cumplirla. Lo llamaremos CINCUENTA-CINCUENTA y va a representar nuestras opciones de victoria en el antes, durante y después de la partida. Al equipo que va por detrás en el marcador se le suele atribuir incomodidad, malestar, frustración y dudas sobre cómo proceder en su siguiente actuación, pero en realidad comparte más de lo que parece con el equipo que va por delante, como si fuera un tira y afloja. Entiendo que el formato favorece a quien lleva la delantera, como puede ser el caso de la economía en VALORANT o LOL. Sin embargo, ir perdiendo no significa que se esté más lejos de la victoria que quien va ganando. La ventaja no deja de ser relativa en vez de absoluta, por ello insisto en que hay un cincuenta por ciento de probabilidades para cada bando de que se siga ampliando su racha. A lo mejor tus armas y hechizos no son tan poderosos como los de tu rival, pero siguen haciendo daño y son letales si se emplean oportunamente. Puede que descubras una nueva flash, que des un salto inesperado que desajuste la mira de tu oponente o que ejecutes a la perfección una táctica improvisada sin mucha convicción pero que equilibre la balanza. Algunas jugadas estándar lo son porque en su día se salieron de lo estándar. Por ello, me gusta decir que después de un timeout el marcador vuelve a ser 0-0 y la probabilidad se iguala: cincuenta-cincuenta. Si esta probabilidad se ve reducida el equipo rival podría cometer el error de dar la partida por concluida. Tras el error que destroza una ventaja puede surgir el acierto que reduzca la desventaja.

Por lo tanto, a nuestras habilidades mecánicas no queda otra que sumarle la actitud que elegimos para desarrollar estas habilidades hacia el propósito que nos planteemos. Este propósito no tiene por qué ser el de ganar, más bien el de jugar, y sobre todo el de intentarlo una y otra vez es el que más maximiza nuestras chances de ganar. Esta pauta la hemos remarcado en nuestro proyecto en UCAM Tokiers porque se aplica en cualquier escenario con tal de no perder la concentración en partidas que se van ganando y perdiendo por diferencias grandes y pequeñas.

Suelo recurrir al ejemplo de un enfrentamiento entre dos equipos (A y B) para explicar este concepto, en el que el primer equipo (A) va perdiendo por una diferencia apabullante de puntos y, de repente, acumula triunfos hasta reducir la diferencia al empate. A continuación, pregunto: si al final gana el equipo B, ¿qué equipo se siente perdedor?

Por supuesto, no quiero decir que por seguir intentándolo se tenga la garantía de que se acabe ganando el partido ¡y eso que mis rivales también sufren caídas de conexión! Por el contrario, no está de más recordar que tanto la victoria como la derrota solo existen cuando el partido concluye con el cartel de FINAL. Pero es más largo de lo que parece el tramo que separa el resultado del sentimiento, y muy corto el que tiene que ver con nuestra actitud. El cincuenta-cincuenta quiere significar que jugamos ronda a ronda sin mayor presión que la de dar todo lo mejor de ti.

¿Nos proponemos el desafío? Recuérdalo en la siguiente partida. Di en voz alta: cincuenta-cincuenta ¡aún no ha terminado!

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