La consejera de Turismo, Industria y Comercio del Gobierno de Canarias, Yaiza Castilla, se presentó ayer con un interesante bagaje al frente del departamento. A su amplio currículum académico y político y su experiencia en el ámbito laboral privado y público puede añadir ahora una suerte de máster en gestión de crisis, como las que hemos vivido, y aún vivimos casi desde el inicio de esta legislatura, y que han afectado con fuerza a los tres pilares de la economía canaria, el turismo, la industria y el comercio.
Como la consejera más joven del Gobierno de Canarias, también la primera gomera, ha sostenido en no pocas ocasiones: lo inimaginable, lo improbable, lo imposible sucedió… con multitud de hechos y efectos que obligaban desde lo público a poner en práctica las más variadas políticas y estrategias para contrarrestarlos.
Hubo que hacer frente y minimizar los daños de la caída de unos los grandes turoperadores del mundo con fuertes vínculos con la actividad en el Archipiélago, cerrar el primer hotel con clientes afectados por coronavirus de la pandemia de Covid-19, lidiar con un cero turístico, liderar junto al maduro sector isleño la remontada, volver ahora a convivir con las incertidumbres que genera una guerra...
Se podrá estar o no de acuerdo con sus estrategias, pero lo que es indudable es que la inacción y la ausencia de medidas, muchas de ellas innovadoras, no ha estado entre las características de su gestión. Castilla ha demostrado saber convivir con lo incierto para convertir en una fortaleza la adaptación titánica a los modernos entornos plagados de fragilidad, de ansiedad, de pequeños hechos que desencadenan importantes consecuencias y de situaciones complejas e incomprensibles.