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Javier Cuervo

Artículos de broma

Javier Cuervo

Comodidad moral bélica

Refugiados ucranianos llegan a Hungría huyendo de la guerra. EFE

No hay guerra moralmente cómoda. La incomodidad moral no se la pueden permitir los militares que, a cambio, alegan que su trabajo diario consiste en evitarla. Hay de todo. Entre los civiles hay mentalidades muy belicosas.

No hay guerra moralmente cómoda, pero no es lo mismo ayudar a un invasor que a un invadido. No es lo mismo invadir un país con mentiras, Josemari, que ayudar a un país invadido con trolas. No es igual Irak que Ucrania, aunque toque del mismo lado del amigo americano, que no sacó a España del lío franquista. No se trata de estar con los tuyos y contra los contrarios, que para eso no precisa más moral que las de grupo y combate de hinchas y pandilleros.

Tampoco es moralmente cómoda esta guerra, económicamente dura, y no hay que dejarse llevar por el confort que nos traen a casa las noticias: sólo sabemos los crímenes de guerra del ejército ruso, el revés ucraniano lleva un ritmo que hay quienes no quieren que pare el avance hasta llegar a Moscú, Vladimir Putin es un líder fácil de repugnar y Volodimir Zelenski está llevando una campaña de imagen de cine, con su traje y su ceño de faena que transmiten dignidad.

La propaganda de esta guerra, al menos a las seis horas de vuelos a que nos encontramos, está muy centrada en el líder y nada en el pueblo: los rusos no resultan odiosos y nos parecen admirables quienes se oponen a esta invasión y a su promotor. La aparición en escena de Serguéi Surovikin al frente de la operación contra Ucrania lleva la realidad bélica a la ficción pop, siempre fácil de entender. He aquí un alma hecha rostro, un currículum vitae de actos mortales, represor en Moscú a favor del golpe contra Gorbachov, atroz en Siria, torturador en Chechenia, mataniños, carnicero, químico, perro, puño, todo lo que se suele atribuir a los que se mueven por la guerra mejor que por casa. Occidente Rocky tiene su Ivan Drago. A cambio hay una militarización social leve pero súbita, de camuflaje, que favorece el aumento del gasto en armas prestidigitado con las partidas sociales.

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