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Rubén Reja

En voz baja

Rubén Reja

Te quiero

En esta época tan convulsa, pandémica e inflacionaria, toca vivir cada instante con toda la intensidad y degustar al máximo el ‘durante’

Te quiero

La historia siempre trascurre en cuestión de minutos. La variable tiempo, siempre incontrolable, encuentra la senda hacia el futuro sin alterarse. El tiempo tan imparable como caprichoso no puede ganar ni perder y jamás varía su curso año tras año. Avanza inmisericorde de manera inexorable al mismo ritmo inalcanzable, inalterable. En ese intervalo, las personas viven y mueren (muchas veces sin previo aviso) sin remisión, casi sin darse cuenta.

Ante este bien tan preciado y limitado resulta urgente reflexionar en qué vale realmente la pena invertirlo para poder obtener los réditos personales más satisfactorios en forma de la felicidad.

En estos tiempos tan convulsos, pandémicos e inflacionarios, toca vivir cada instante con toda la intensidad, al margen de la distorsión, y degustar, sobre todo, el ‘durante’. A veces resulta tan misterioso, que queda mejor definido en una preposición más que en un sustantivo. Mientras acontece gozas, sufres (si eres del Atleti mucho más), te ilusionas o tienes miedo y ese tiempo circundante parece que unas veces se congela unos instantes o se funde en el aire. Lo más importante y certero es que pasa. Viéndolo desde cualquier prisma presenta una profunda incertidumbre, ya que una parte del mismo se ha esfumado y ya no existe, mientras otra está por venir pero aún no es. Por eso es vital el ‘durante’, el ‘ahora’ y no de lo que vendrá sin llegar.

El tiempo gira en las manijas del reloj, se desliza en las hojas del calendario de la cocina o la oficina, pero no se puede experimentar con él. Y es que nunca se sabe lo que va a ocurrir mañana, que cantaba ‘Radio Futura’, y si ese mañana será demasiado tarde para contemplar un último atardecer, para expresar un sentido perdón o dar un abrazo. Nunca es tarde para un compartir un dulce silencio o deslizar entre dientes un tímido «te quiero».

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