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¡Las redes tienen dueños!

Illustration shows Elon Musk photo and Twitter logo DADO RUVIC

Qué escándalo, he descubierto que aquí se juega!». Esta frase del capitán Renault en la película Casablanca es el paradigma del cinismo. Y esa es la actitud que están teniendo algunos gurús al hacerse efectiva la compra de la red social Twitter por parte del multimillonario Elon Musk. Han descubierto que las redes sociales ¡tienen dueño! Y que un cambio en la propiedad puede cambiar las reglas del juego. En este caso, a favor de formas de entender la política al estilo de Donald Trump. Sacrilegio. El reino de la libertad podría ser ahora la vanguardia de una nueva esclavitud. No comparto el resentimiento de muchos periodistas de medios legacy hacia las redes sociales y las plataformas digitales. Si la gente las utiliza(mos) es porque nos ofrecen algún servicio que nos interesa. No todo nuestro comportamiento social es inducido como a algunos les gusta defender para amparar su irresponsabilidad. Las redes no nacieron para hacer periodismo, pero hicieron cosas que el periodismo no hacía o había dejado de hacer. Por ejemplo, atender las demandas de los lectores por encima de cualquier otra consideración o conversar en lugar de darles sermones. Las redes han ocupado espacio que el periodismo había dejado libre. Y aplican sus reglas.

La irrupción de Musk y el ataque de cinismo de algunos es una nueva oportunidad para el periodismo para redimir(nos). Y para ello debemos reivindicar dos reglas del juego que las redes han intentado eludir. La primera es la responsabilidad editorial. Que un mensaje se distribuya masivamente es un ejercicio de libertad. Pero todo derecho implica alguna responsabilidad, en este caso hacerse cargo de la autoría ante las reclamaciones de terceros.

Mark Zuckerberg lleva años librando una batalla con el Congreso de Estados Unidos arguyendo que no se considera un editor sino una plataforma en la que se comparten contenidos. Esa es la falacia. La plataforma tiene normas encubiertas en su algoritmo y el dueño debe hacerse cargo de las consecuencias. Los que temen a Musk le consideran un editor. La segunda regla es que si hay un editor, hay unos ingresos y unos gastos. Nada es gratis. Y hay que hacer tan transparentes los de las redes como los de los medios . Ni más ni menos. El siguiente paso es descubrir que aquí se paga. La cuestión es quién y cómo. 

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