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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

‘Sí es sí’: lamentable e insoportable

La ministra de Igualdad, Irene Montero. Eduardo Parra - Europa Press

Kafka abrió la veda para creer que el Estado y sus covachas pueden ser intensamente kafkianos, no sólo hasta la desesperación, sino hasta la muerte civil debido a la desaparición de un papel o la equivocación de un número del DNI.

La ley del solo sí es sí, como se conoce a la Ley de Garantía de la Libertad Sexual, nació el seis de septiembre desde la efervescencia de Unidas Podemos para elevar la protección de las mujeres contra la agresión sexual, sustentada en el movimiento de indignación social provocado por el caso de la violación grupal de la manada. Y aquí aparece el Kafka más puro: es verídico que la reforma endurece las penas de algunos delitos sexuales, pero suaviza otros.

El resultado es que ha empezado el goteo de revisiones, con excarcelaciones, de reos que con la ley en la mano piden a través de sus abogados que se les aplique la nueva legislación. Un galimatías.

La paradoja del solo sí es sí es una suculenta crónica anunciada,

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La ministra de Igualdad Irene Montero y su secretaria de Estado, Victoria Rosell, han reaccionado con la acusación de tendenciosidad machista por parte de los jueces a la hora de interpretar la ley.

No voy a ser yo el que niegue que hay bastante machirulo desbocado en la magistratura, y a las pruebas de algunas sentencias sonadas me remito. Pero aquí no toca un escrache ante los juzgados. No, la paradoja del solo sí es sí es una suculenta crónica anunciada, es más, sucede con la mayoría de las reformas legales, aunque no todas con la alarma social que trae consigo una agresión sexual.

Esta importante Ley, que recibió el voto en contra del PP y Vox en el Parlamento, no es un error en sí misma. Lo que es una metedura de pata es que ninguno de los técnicos de los ministerios participantes, pues fueron varios (Justicia y Administraciones Públicas, entre otros), optase por introducir en la norma una disposición para aminorar los efectos colaterales. Así lo advirtió el CGPJ.

Resulta lamentable para una ley con tanta carga social detrás, e insoportable para los familiares que han vivido la lacra. ¿Cómo ha sucedido? El Estado, que convierte en cascarilla la vida de las personas.

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