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Julio Llamazares

Caleidoscopio

Julio Llamazares

Todo es comunismo

Todo es comunismo

Alison B., una chica de Kentucky que durante medio año vivió en mi casa en virtud de un programa de acogida de estudiantes de español, me hacía continuamente preguntas sobre la vida y la política en España, de la que casi todo la sorprendía. Originaria de la América profunda y perteneciente a una familia republicana y católica, a la inocente Alison todo le llamaba la atención, desde los horarios en este país hasta la existencia de la Seguridad Social. Un día me pidió que le explicara el funcionamiento de esta y, cuando lo hice, me contestó asombrada: «¡Pero eso es comunismo!» Para su mentalidad todo lo que sonara a Estado y a compartir por ley, no por caridad, a Alison le parecía contrario a la libertad y daba igual que yo le dijera que en todos los países europeos la Seguridad Social era una conquista que ni siquiera los partidos conservadores ponían ya en cuestión. Para ella era comunismo, anatema, pues.

Yo pensaba que Alison pensaba así por venir de un país que ha hecho bandera de la libertad entendida como sálvese el que pueda y el que no allá él, pero veo con sorpresa que en la propia ciudad en la que vivo hay gente que piensa igual y para la que todo es comunismo, a poco que se escarbe un poco. El progresivo e intencionado deterioro de los servicios públicos tan largamente asentados entre nosotros y algunos de ellos orgullo del país hasta no hace mucho responde a esa concepción, pero, por si hubiera dudas, la propia presidenta de Madrid lo ha dejado claro en sus numerosas comparecencias estos días, tratando de contrarrestar los efectos de la multitudinaria manifestación en defensa de la sanidad pública: según ella, los manifestantes estábamos todos politizados y detrás de nosotros lo que había era comunismo. «Este comunismo renacido quiere minar las instituciones, serán suyas o las incendiarán en las calles», declaró Díaz Ayuso en una conferencia en el club Siglo XXI de Madrid, a los dos días de la manifestación.

Como participante en esta puedo decir que no soy comunista (y si lo fuera ¿qué?; el comunismo, que yo sepa, es una opción legal) y que lo que vi en la manifestación en favor de la sanidad pública madrileña fueron familias con niños, mujeres y hombres de todas las edades y seguramente de muy distintas ideologías (por el aspecto de las personas no es fácil adivinarlas, salvo si se es la presidenta de Madrid) y, sobre todo y principalmente, miles de médicos y sanitarios que reclamaban unas condiciones de trabajo dignas equiparables a las de sus colegas de otras regiones españolas. Que la comunidad autónoma más rica del país sea la que menos dinero invierte en su sanidad pública, que es la que nos iguala a todos, es un dato incontestable que demuestra una intención que, por otra parte, confirma el hecho de que Madrid sea también la comunidad en la que mayor porcentaje de personas han suscrito un seguro de sanidad privado, ante el deterioro creciente de la pública.

Si decir esto, como manifestarse en las calles para que todo el mundo lo escuche, es comunismo, significa que en este país hay gente que ha perdido la cabeza y no parece que sean los médicos y las enfermeras que cumplen con su trabajo diario a pesar de todo, incluso aunque los llamen vagos desde el Gobierno autonómico, ni los pacientes que sufrimos la falta de profesionales en los centros de atención primaria, antaño tan prestigiosos, y unas listas de espera que deberían avergonzar a quienes las consienten en lugar de acusar de comunismo a quienes las padecemos.

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