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Manolo Ojeda

Cartas a Grecorio

Manolo Ojeda

Un futuro muy presente

Vehículos de Guaguas Municipales y Global en el Parque San Telmo, en Las Palmas de Gran Canaria.

Si los ayuntamientos supieran de antemano cuándo es que cada vecino prefiere sacar la bolsa de la basura a la calle para llevarla al contenedor, seguramente descubrirían que hay días y horas en las que casi nadie utiliza ese servicio, lo cual sería para los encargados de la limpieza la mejor forma de asegurar cuándo y dónde deben situar o retirar los contenedores. De ese modo la basura no estaría todo el día a la vista de nuestra sufrida ciudadanía, con los consiguientes malos olores y los problemas de insalubridad que supone.

La cuestión es evitar que los encargados de recoger los contenedores dejen de estar pendientes de los usuarios, ni que los usuarios estén sujetos a que los contenedores estén disponibles y con capacidad suficiente.

Es también lo que tendrían que hacer con el servicio de transporte, así podrían saber que la mayoría de los usuarios utiliza la guagua para ir y venir del trabajo a la misma hora, o que suelen salir a hacer la compra en una franja horaria determinada.

Los servicios deben estar organizados según las necesidades de la mayoría de los usuarios, de la misma forma que los usuarios deberán adaptarse a las condiciones que pueda ofrecerle el transporte público, para que ni los trabajadores ni los usuarios se vean perjudicados por exceso o defecto de ese servicio.

Como recordarás, Gregorio, antes de que se inventara el riego por goteo, las plataneras se regaban por inundación, y más de la mitad del agua se perdía inútilmente sin ni siquiera llegar a las plantas.

Tenemos el futuro muy presente, Gregorio, y solo es cuestión de sistematizar los servicios con los algoritmos que hoy disponen los ayuntamientos para controlar todo lo que hacemos, basta con crear una base de datos para que la robótica se encargue de hacerlo por ellos.

Dicen los africanos que todos los blancos tienen reloj pero que ninguno tiene tiempo. Es lo que contaba un escritor que se fue a Senegal para escribir sobre las tribus del interior de África, pero que no encontraba otra forma de viajar más que en unos destartalados autobuses abarrotados de gente.

Así que se fue a una especie de estación improvisada y se sentó dentro de un autobús que iba hacia el sur del país y en el que, según le dijeron, llegaría hasta los alrededores del pueblo Bassari, donde se encuentran unas etnias minoritarias con tradiciones ancestrales. Y en aquel trasto esperó sentado más de una hora. Hasta que se fue al conductor y le preguntó que a qué hora saldría el autobús, a lo que el africano, sorprendido, le contestó en su francés rudimentario: «Señor, el autobús saldrá cuando se llene»

Pues, ni tanto ni tan calvo, pero se trataría de conseguir que, ajustando los medios que tenemos a nuestro alcance, la ciudad pudiera estar algo más liberada del insoportable tráfico que hoy soportamos y fuera más cómoda para todos.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

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