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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

Milanés nos enfocó con su linterna

Pablo Milanés. EP

Mas de una vez de las tantas que estuvo Pablo Milanés por aquí me tocó ir a la rueda de prensa para hacerle preguntas inconformistas. Eran los años de la bisoñez periodística y uno no se conformaba con nada: al cantautor había que atacarle por Cuba y Fidel Castro hasta que, malhumorado, se levantaba y se marchaba. El cronista, igual que si tuviese un trofeo, recogía su paso esquivo en la pieza a publicar, creyendo con ello que iluminaba un ápice de disidencia con pedigrí en la isla. Ahora lamento aquel interés morboso, y hago recuento sobre todo lo que podía excavar con Milanés delante y no hice: el amor, la amistad, los golpes de la vida, el recuerdo, la mujer, las calles, las ideas, el olvido, la pasión... El estado más puro y exquisito de este trovador de la existencia humana me llega con olor a casete, de los años de las botas vaqueras untadas de grasa de caballo, el Levi’s avejentado y pulido de Casa Ruperto y el pulóver de lana muy estirado. Y los corrillos donde se ahuyentaba la omnipresencia de los curas y monjas del día a día. Una música (a lo mejor el salto a Bob Dylan) que hacía de la pandilla una verdadera olla de intimidades a través de las miradas o los roces de los dedos, a veces una fugaz frotación, pero no más allá. ¿Qué era Cuba y su destino comparado con la educación sentimental que nos inculcaron las composiciones de Milanés? No nos enseñó a ser revolucionarios, sino a saber que la mayoría de las biografías están llenas de atajos y encrucijadas, sobre todo para una generación que había heredado el océano de dudas y silencios de sus padres. Un empuje en aquellos setenta suficiente para perdonarle hasta el señuelo comunista, a cambio de enfocarnos con su linterna y recitarnos al oído el poemario de la carrera hacia la libertad que cada uno había ensamblado a escondidas. En un mundo sumido en una guerra brutal, al borde de deslizarse hacía el seísmo nuclear, su voz vuelve a ser el sedante, una llamada, una de las pocas que queda bajo un paisaje que cada día se dibuja sin el Comienzo y final de una verde mañana.

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