La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

Mamoneo con el Museo Néstor

Museo Néstor Juan Carlos Castro

Lo que sucede con el cierre del Museo Néstor desde hace unos cinco años es un mamoneo entre técnicos y políticos. Nada menos que un lustro llevan con la pinacoteca secuestrada, con su rehabilitación metida en despachos y con tiras y aflojas entre el Ayuntamiento y el Cabildo. O sea, un mamoneo: primero, el resto de los mortales no sabemos de qué va la cosa, y segundo nadie de los responsables de la fechoría ha salido a pedir disculpas a la ciudadanía grancanaria por el atropello contra este patrimonio cultural. Quizás no se han enterado todavía de que la obra de Néstor fue donada, en parte, por sus herederos, y otro grueso adquirido. En resumen, el acervo del artista tardosimbolista es un bien público. El escamoteo a la mirada demuestra, por otra parte, que el Patronato que rige en el Museo Néstor representa un cero patatero, dada su incapacidad para que este jeroglífico se aclare.

Néstor no fue una persona con suerte. Murió temprano, su condición sexual le llevó a ser un reprimido en su propia tierra, estalló la Guerra Civil y los fascistas se dedicaron a sacar tajada de su legado. Sin embargo, hay que ser claros en este sentido: pese a una apropiación tan incómoda y tan ajena al ideal de libertad personal del personaje, la dictadura parece que trató mejor al pintor que la izquierda en sus distintas vertientes y colores. Nadando en dinerales y con importantes medios exprés, no han sido capaces de habilitar una infraestructura cultural clave para el crecimiento turístico y cultural de la ciudad.

Puede gustar más o menos la obra de Néstor, o considerarla más o menos relevante en el relato de los movimientos artísticos del XX, pero lo que resulta inconcebible es que esa izquierda que tanto presume de sus ventosidades culturales imite al pobre obispo Pildain y tape a la vista sus Poemas. El prelado opacó con un hule negro los murales del Teatro Pérez Galdós por su inmoralidad, y ahora es con el mamoneo de despacho en despacho, de proyecto en proyecto, de corrección en corrección, de ascensor en ascensor... Todos y más reparos. La indecencia más grave que se pueda constatar, y además explicada y razonada [tras un sordo silencio de varios años] con tardanzas derivadas de la condición de Bien de Interés Cultural (BIC) del inmueble o de sus innovaciones tecnológicas, como si su complicación fuese similar a la del Gran Museo Egipcio que se construye en Guiza.

Asistimos entre el mareo y la ansiedad a una profusión de iniciativas para redondear la cercanía de la campaña electoral, una enredadera que amenaza con dejarnos sin resuello. Pero también vemos que no aparece por ningún lado el proyecto definitivo del Museo Néstor ni la adjudicación de la obra. ¡Terrible! ¿Qué ocurriría si hay cambios políticos en las instituciones locales? ¿Otro lustro más de espera? Este espacio cultural está ante una amenaza seria, incluso más determinante que el daño que se ha ocasionado hasta ahora a la ciudad, al propio artista y a sus valores tras el largo paréntesis por la indolencia e incompetencia de los encargados de llevar a buen puerto la rehabilitación y ampliación.

Aún no está todo perdido. Hay que despedir a los patanes que se han dedicado a gestionar [más bien desgestionar] el expediente y crear un gabinete de crisis para salvar a Néstor. La ciudadanía no se puede quedar en su ámbito de confort ante un desaguisado que es patrimonio de todos, mientras prosigue el mamoneo entre despacho y despacho. ¿Una exageración? No, para nada, la cuestión es diáfana: cinco años, que se dice pronto, y todavía la ciudadanía no conoce ninguna planificación al respecto. Repito, peor que con los de la dictadura, y con todo el dolor del mundo.

Compartir el artículo

stats