La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cartas al director

El loco del pelo rojo

Agresión a ‘Los girasoles’ de Van Gogh el 14 de octubre en Londres JUST STOP OIL HANDOUT

Los ultrajes al maestro de la pintura impresionista Van Gogh (biografiado en el filme El loco del pelo rojo, que realizara brillantemente Vicent Minelli en 1956) han abundado en los últimos tiempos.

No llegué a asistir al reciente montaje audiovisual organizado en la Feria del Atlántico en torno a sus obras. Reconozco que siento un prejuicio ante este tipo de homenajes, a modo de performances, presuntamente participativos y renovadores.

Efectivamente: mis temores parecen haberse visto confirmados. Diferentes personas, de distintos bagajes culturales y gustos artísticos, me expresaron su perplejidad tras participar en el evento. Al parecer, poco más que una previsible exhibición circense se pudo contemplar allí...

Por otra parte, los medios han aireado estos días la «pintoresca» (nunca mejor dicho) agresión de que fue objeto su célebre lienzo Los girasoles en la National Gallery de Londres. Las idealistas o ilusas –quizás las dos cosas a la vez– fueron dos sedicentes ecologistas que se justificaron con un argumentario al que, al menos, no se le puede negar cierto voluntarismo e imaginación.

Desde su visión simplista y adolescente de la realidad humana afirman que: «El combustible es inasequible para millones de familias con frío y hambre. Ni siquiera pueden darse el lujo de calentar una lata de sopa» (pues llevaron a cabo su agresión arrojando al cuadro el contenido de una lata de sopa de tomate –aunque es de agradecer que no fuera de marca Campbell, como la que inmortalizara Andy Warhol). «¿Qué vale más, el arte o la vida», se preguntan con vehemencia. ¿Te preocupa más la protección de un cuadro o la protección de nuestro planeta y de las personas?». Hasta aquí la antología de sofismas de las jóvenes y prometedoras demagogas.

La respuesta al falso dilema de escoger entre Naturaleza y Arte podrían encontrarla estas activistas inglesas sin salir del Arte y la Naturaleza, de su propio país. En su ya celebre Historia del Arte, Ernest Gombrich nos enseña que el típico arquetipo de jardín inglés –su césped, arroyo, puente, camino con setos...– que ha sobrevivido hasta hoy (y en el que dos jóvenes urbanas como ellas habrán formado su concepción de la Naturaleza) está tomado de modelos del arquitecto renacentista Palladio y de los cuadros de Claudio de Lorena. Como vemos, la clave de todo este asunto está en aquella inolvidable máxima de Dalí: «La naturaleza imita al Arte». La mejor forma de percibirlo es contemplando los trigales, el cielo estrellado, el mar o, sobre todo, los girasoles que recreó Van Gogh; ese gran enamorado de la Naturaleza y solidario con el sufrimiento del ser humano. El excéntrico, el solitario, el sensible e inimitable loco del pelo rojo.

Compartir el artículo

stats