Piedra lunar

Darío, Lorenzo, Lezcano (Y libreto de Mayeye - ULPGC)

Panorámica de una muestra que se exhibe en las salas del Cicca.

Panorámica de una muestra que se exhibe en las salas del Cicca. / LA PROVINCIA/DLP

José A. Luján

José A. Luján

No es frecuente que coincidan tres creadores plásticos en una misma exposición con una temática aglutinadora. La muestra conjunta de tres pintores Darío, Lorenzo y Lezcano que tras un mes abierta a la contemplación y que acaba de cerrar en el Cicca es una expresión de originalidad que nada tiene que ver con las habituales colectivas que se suelen exponer en salas de nuestra ciudad. En esta ocasión, hemos asistido a una manifestación pictórica que desvela el imaginario de la creación plástica que de manera involuntaria genera una memoria subyacente pero que guarda ciertas coincidencias, elevando el evento a una inédita potencia patrimonial, que enorgullece nuestro ámbito cultural.

La práctica totalidad de las 150 piezas que aquí se conforman con el título Incertidumbres son un inventario referencial del rostro humano que trasciende el figurativismo y se instala en la mueca expresiva que emana del psicologismo social, nacido de la observancia del entorno que actualmente nos atenaza.

En nuestra tradición pictórica, para conocer una expresividad temática, aunque en un solo autor, tenemos que remontarnos a la muestra Los Olvidados que Jesús Arencibia expuso primero y dejó como patrimonio permanente de los personajes colombinos que permanece en la Casa de Colón. Tal vez puede valer como una referencia de rostros desdibujados en diferentes momentos del trayecto trasmarino. Arencibia, mediante un suave expresionismo de paleta suelta nos aproxima el rostro de los idealizados hijos de la mar que acompañan a Cristóbal Colón en su incógnita travesía.

En Darío, Lorenzo y Lezcano se exhiben y trascienden rostros con una problemática psicosocial, personajes lanzados a la existencia de su respirar, atenazados por las circunstancias que al hombre, las almas de estas dos recientes décadas, les ha tocado vivir o si se prefiere desvivir. Son seres lanzados a su existencia vivencial o también recogidos. a modo, de crónica en su existir de proximidad. De ahí, que el título Incertidumbres englobe con certeza la cosmovisión que cada creador tiene de las crisis económicas, espirituales y vivenciales que se superponen en un palimpsesto indiscutible. Podríamos desgranar en lectura independiente las respectivas expresiones de los rostros individuales y llegaríamos a una homogeneidad como si todo hubiese surgido de la misma paleta. Partiendo de esta realidad expositiva, acaso podríamos preguntarnos si en los tres creadores existe una memoria común que se entrelaza de manera colectiva en un inconsciente también colectivo. Lo que realmente sorprende es que siendo tres pintores de generaciones diferentes, la expresividad ofrece soluciones casi comunes.

Siempre se ha considerado que el rostro es muy difícil representarlo en el ámbito de la plástica dado que el ojo y la mirada son elementos vivos y dinámicos que en el lienzo se manifiestan con la dificultad de su expresión pictórica que nos lleve a un significado homogéneo.

Esta cuasi arriesgada interpretación por nuestra parte tiene un soporte experto en el brillante libreto elaborado por la catedrática de la ULPGC Mayeye Hernández Socorro y que denomina Incertidumbres. El título es una evidencia que se muestra en cada paso del recorrido, por el perímetro de la sala sin necesidad de intentar identificar la identidad de cada autor. En este caso, se ha utilizado la estructura arquitectónica de la sala para a través del colorido dado a sus paramentos establecer una cierta adscripción a los pinceles originarios y diferenciar lo que puede ser común en su semántica igualitaria y ofrecerlo de manera novedosa a la mirada del espectador. No importa tanto asignar la paternidad sino ver la sala en su conjunto como un elemento plástico asociado a sus singulares paramentos o arcos de medio punto que distingue y enriquece los ambientes en los que se cuelga la obra. Podríamos decir que Mayeye es la cuarta creadora de esta exposición originaria de manera indiscutible de tres pintores. Y si por primera vez se utilizan estas dependencias del CICCA para llevar a cabo este soporte plástico, eI hecho no tiene un sentido efímero sino que cuando en un futuro los estudiosos pretendan acercarse a la obra de Darío, Lorenzo y Lezcano, no vean la sala como un elemento efímero al margen de los óleos sino que lo asocien a un continente que mantiene su pertinencia en relación con el contenido.

Creemos que Incertidumbres para llegar al estado de esta situación habrá sido un acuerdo de Darío, Lorenzo y Lezcano para alcanzar una visión centrada en la mayoría de las 150 piezas expuestas y no dejarlas al arbitrio de una dispersión para una mejor valoración semántica.

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