El callejón del gato

El colapso de Occidente

La Europa de raíces judeo- cristianas tal y como la conocemos podría estar en peligro de desaparición.

Suecia, Bélgica, Países Bajos y Francia, por poner un ejemplo, solo son la punta del iceberg. Suecia ha tenido la reputación, desde la Segunda Guerra Mundial, de ser un país abierto a los inmigrantes y de desarrollar políticas sociales tolerantes y abiertas. Sin embargo, el aumento del número de inmigrantes y la escasa adaptación cultural de algunas de esas nuevas comunidades, especialmente la musulmana, y los problemas de violencia generados en áreas de mayor vulnerabilidad han provocado un intenso debate en la sociedad sueca.

Algunos amigos franceses me trasmiten que dan por perdida la identidad de su país y alertan a España de que puede ser la próxima en sufrir las consecuencias de lo que ellos no han sabido poner coto y, ahora con el mundial de fútbol, se vuelven a poner de manifiesto; o si lo prefieren, como los llama El País, hijos del desarraigo.

Inglaterra, país de referencia democrática en occidente, fue la que a principio del nuevo milenio se dio cuenta del problema de la inmigración ilegal y decidió esgrimir esa cuestión como buque insignia de la campaña del brexit. Si tradicionalmente el Reino Unido había sido receptor de ciudadanos procedentes de sus antiguas colonias, y muy especialmente de la India, el panorama cambió totalmente con la irrupción de la crisis económica a partir de 2008, porque el país se empezó a recuperar antes que sus socios comunitarios y de pronto se convirtió en «objeto del deseo» dentro de la propia UE.

Las investigaciones relativas a la migración suelen contar con un tema dedicado a la «adaptación» o a la «inserción» de los migrantes, dicho de otro modo al incorporarse a la sociedad de llegada. Esta inserción es el resultado de dos procesos: uno, más bien consciente y voluntario, conduce a los migrantes a participar en la vida social, económica y política local y a aceptar sus reglas a fin de lograr sus objetivos, es decir mejorar sus condiciones de vida; el otro, más bien inconsciente e involuntario los está llevando a adoptar modos de ser y de hacer que modifican su comportamiento en el espacio público y familiar.

Ya ocurrió esto en España pero, a la inversa lo que conocemos como Reconquista, es decir, el período de la historia de la Península Ibérica de aproximadamente 780 años entre la conquista omeya de Hispania en 711 y la caída del reino nazarí de Granada en 1492 ante los reinos cristianos en expansión: esta conquista completa de Granada marca el final del periodo musulmán.

De una manera u otra, pienso y creo que se deberían hacer las cosas con perspectiva histórica si no queremos hipotecar las futuras generaciones a cambio de la inmediatez del rédito político a corto plazo. Cuando veas las barbas de tu vecino pelar, pon las tuyas a remojar...

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