La columna

Ser o no ser Grinch

El Grinch

El Grinch

Ana Bernal-Triviño

Ana Bernal-Triviño

Paseaba estos días por la ciudad, con las luces de Navidad, y recordaba cuando hace unos meses las tertulias avanzaban que la crisis energética ponía en peligro los alumbrados navideños. También, que sería un otoño muy duro. Ahora vemos que aquel casi apocalipsis se ha relajado, que la inflación es de las menores de Europa, que el precio de la luz bajó… y que las luces de Navidad están aquí.

Pensaba si sería más necesario que, en lugar de pronosticar un futuro incierto, nos centráramos en lo que sí ocurre: la sanidad que se devalúa, el cambio climático que está aquí, que sepamos estos días de cuatro mujeres secuestradas por sus parejas... Es decir, lo real, lo que menos se informa.

Caminaba con las calles repletas y, a ratos, salía mi parte Grinch. Ante el dilema de la Navidad conforme creces, te debates en moderarte y afrontar si ser o no ser Grinch estos días. Yo lo soy un poco. De forma externa por la falsa caridad, la soledad, por el drama silenciado en muchas casas de abusos y violencia, por la enfermedad que te retiene en un hospital… En situaciones duras, nuestro lado Grinch sale solo. Yo lo fui mucho cuando mis condiciones materiales no me permitían sonreír; desde el paro o no saber si perdería el techo. Esa parte se fue conforme recuperé mi vida, de ahí que nos debamos centrar en mejorar siempre esas condiciones para que estos días sean menos duros. Aun así, resiste un Grinch para sobrevivir ante las ausencias. Pero a la vez pienso cuántas veces nuestras abuelas, nuestros padres o nuestras madres, aun siendo el peor de sus años, dejaban lo gruñón para sonreír y hacerte creer que no pasaba nada malo en estas fechas. Y entonces, mi Grinch decide serlo menos. Pensaba ahora cuántas veces la prensa ejerce de Grinch, y cuántas veces en nuestro entorno también hay Grinch que nos quitan la energía. Ante unas fechas difíciles, intentemos hacerlas fáciles lo que podamos. E intentemos buscar las buenas noticias entre las malas, que a veces están en nosotros mismos.

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