Papel vegetal

La UE no escarmienta del efecto bumerán de su boicot a Rusia

Unidades de bombeo trabajan continuamente en un campo de petróleo cerca a Los Ángeles, California (EEUU).

Unidades de bombeo trabajan continuamente en un campo de petróleo cerca a Los Ángeles, California (EEUU). / EFE

Joaquín Rábago

Joaquín Rábago

Pareciera que Bruselas no escarmienta con el efecto bumerán que sus duras sanciones económicas al país invasor de Ucrania están produciendo en el conjunto de la Unión Europea.

Su última decisión, consistente en fijar un tope de 60 dólares el barril al petróleo ruso, podría, como ocurre con otras medidas anteriores, repercutir negativamente en las economías europeas.

Después de que los países más visceralmente hostiles a la Rusia de Vladimir Putin como Polonia y los Bálticos intentaran fijar un máximo aún más bajo –de unos 30 dólares, como reclamaba también Kiev, la UE acordó el tope citado.

Pero, como señalan sus críticos, por una serie de motivos, esa medida, contraria a la libertad de mercado tan cara a Occidente, no tendrá seguramente los efectos deseados.

En primer lugar, porque Moscú no aceptará ningún tope como el que quieren Bruselas y Washington y hará todo lo posible por sortearlo con medidas propias y la ayuda de terceros países.

Junto al tope de 60 dólares barril, los europeos como el resto de los países del G7 (Japón, EEUU, Reino Unido y Canadá), además de Australia acordaron también un embargo a las importaciones por mar del crudo ruso.

A tal fin prohibieron todo tipo de asistencia técnica, así como los servicios de corretaje y seguros para las ventas del petróleo ruso que supere el tope fijado.

Los gobiernos europeos partieron del supuesto de que Moscú no estaría en condiciones de garantizar en el plazo más breve las exportaciones de su crudo recurriendo a petroleros y seguros no occidentales.

En realidad, sin embargo, hacía tiempo que Moscú lo había previsto y había también, de modo consecuente, ampliado su flota.

Según el diario británico Financial Times, Rusia ha logrado reunir “una flota fantasma de un centenar de petroleros” que se encargarán de sustituir a los asegurados por Occidente.

Hace además tiempo que sabía que el Russian National Commercial Bank (RNCB) garantiza el transporte por barco del crudo ruso.

Y a esos buques se sumarán sin duda los de otros operadores de países no occidentales que aprovecharán la oportunidad que les brinda Bruselas de hacer negocio.

Como señala el periodista italiano Michele Paris, los principales perjudicados por estas nuevas medidas de la UE serán las empresas de expediciones marítimas de Grecia y Chipre, cuyos gobiernos querían un tope más alto.

Sea como fuere, Rusia ha dado a entender que no está dispuesta a vender su petróleo al precio máximo que autoriza Bruselas aunque ello la obligue a reducir su producción.

Por otro lado, hay países como China o la India que son grandes consumidores de crudo y no están dispuestos a seguir a Bruselas aunque ya se están beneficiando del boicot europeo, que les permite comprar con descuento el gas y el crudo rusos.

Petróleo y gas que esos y otros países terceros pueden revender luego a Europa con que notable beneficio.

Si Moscú optase además por recortar su producción, ello no haría sino aumentar su precio en el mercado de modo que Europa terminaría pagando más por el petróleo importado, cualquiera que fuese su procedencia.

La iniciativa europea, que no tiene precedente, amenaza, según Michele Paris, con desestabilizar el mercado petrolero mediante la manipulación artificial de las cotizaciones.

Como es sabido, el cártel de exportadores de petróleo, que incluye a Rusia, decidió recientemente desoír al presidente de EEUU, Joe Biden, quien había pedido a Arabia Saudí que aumentase la producción para abaratar los precios.

Así, frente a lo que busca Occidente, Rusia podrá seguir financiando sus operaciones militares en Ucrania gracias a los ingresos por exportaciones energéticas, que el ministerio de Economía de ese país calcula que alcanzarán la cifra récord de 338.000 millones de dólares.

Suscríbete para seguir leyendo