El mundo por de dentro

Los dos papas, el teólogo y el gobernante

Joseph Ratzinger sitúa la pugna entre la fe y la duda a lo largo de la historia de la humanidad

Antonio Balibrea

Antonio Balibrea

Seguro que lo dijo mientras liaba su tabaco picado: «El Espíritu Santo actúa a través de los hombres». Don Vicente Enrique y Tarancón vino a decir algo así en una entrevista semanas antes de la convocatoria del colegio cardenalicio para elegir al sucesor de Pablo VI. Después resultaría elegido Juan Pablo I, aunque el Espíritu Santo debió despistarse porque su pontificado tan solo duró 33 días. El 31 de diciembre último falleció Benedicto XVI, el papá emérito, y aunque ahora no hay que convocar al colegio cardenalicio, el Espíritu Santo a través de los hombres tiene que emplearse a fondo porque la Iglesia Católica está en plena campaña sinodal: de septiembre a marzo de 2023; se celebran las asambleas regionales y continentales y en octubre de este año, en Roma, se celebra la XVI Asamblea General de Obispos, Ordinaria que se llama ahora, por implicar por voluntad del papa Francisco «a todo el Pueblo de Dios: no solo obispos, sino sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos, hombres y mujeres de todas las edades». «No estamos haciendo un parlamento diocesano, no estamos haciendo un estudio sobre esto o aquello, no: estamos haciendo un camino de escucha mutua y de escucha del Espíritu Santo, de discusión y también de discusión con el Espíritu Santo, que es una forma de orar». (Roma, 18.IX.2021). Es la culminación de un proceso asambleario desde las diócesis a la iglesia ecuménica y, lo que es mas importante, no sólo de obispos.

Joseph Ratzinger sitúa la pugna entre la fe y la duda -es algo parecido a lo que Unamuno refería en «La agonía del cristianismo»- a lo largo de la historia de la humanidad. La duda es el espacio de encuentro entre la fe y la razón. Es un teólogo racionalista, para el que las fuerzas morales de la historia deben continuar siendo las fuerzas morales del presente. Los tradicionalistas católicos vieron a Benedicto como un protector de las verdades eternas e inamovibles. Debatió en el ámbito teológico con su compatriota Hans Küng, teólogo de la teología de la liberación. Benedicto XVI ha tenido mucho prestigio como teólogo y académico; una cosa son los grandes principios y otra su concreción. Él «nunca tuvo la vocación de gobernar, de mandar», dijo Vittorio Messori un amigo que se reunió con Benedicto el año pasado «él no sabe cómo gobernar». Aceptó la misa en rito latino prohibida por el Concilio Vaticano II por exigencia de los conservadores franceses. Benedicto fue incapaz de frenar los escándalos de financiación y blanqueo de la banca vaticana, Los escándalos de abusos sexuales del clero y su encubrimiento por los obispos, y la curia de las iglesias de Chile, Estados Unidos, Irlanda, Australia,… por no hablar del escándalo permanente de Marcial Marcel el director y fundador de los Legionarios de Cristo.

Francisco, ya en 2015, planteó en el Sínodo de Obispos la aceptación de los divorciados casados de nuevo, los homosexuales, el celibato opcional, o el papel de la mujer en la Iglesia. Incluso en el país de origen de Benedicto, Alemania, la Iglesia ha tratado de modernizarse reconsiderando las posturas sobre la homosexualidad y el celibato en un enfoque antitético al de Benedicto, los reformistas piensan que llevó a la iglesia a una paralización teológica con un clima de miedo. El sector más conservador de la Iglesia se apoyaba en lo que Benedicto XVI había defendido desde la Comisión para la Doctrina de la Fe. Los sectores conservadores no lograron en ningún momento el apoyo expreso del Papa dimisionario, aunque Benedicto se convirtió en un símbolo de oposición, seguramente sin pretenderlo.

Francisco volvió a imponer restricciones a la misa en latín. Recuperó las relaciones con otras religiones- ortodoxa, musulmana, judía-; apoyado en los jesuitas- él lo es- depuró la curia vaticana, y nombró un Consejo de Gobierno de ocho cardenales; acabó con los escándalos y depuró la Banca Vaticana (IOR); desde el control de las Congregaciones para el Clero y los Obispos ha nombrado nuevos cardenales de inspiración renovadora buscando la continuidad de las reformas. Ha exigido a la jerarquía de la Iglesia norteamericana e irlandesa que asuman las responsabilidades por los abusos de los que han sido cómplices, cuando no protagonistas. Exigió la reestructuración de la Conferencia Episcopal chilena y purgó la dirección de los Legionarios. El Sínodo Ordinario de éste año puede ser ahora el marco donde se aprueben los temas que quedaron pendientes en 2015. El Espíritu Santo tiene trabajo para rato.

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