Volando bajito

Serrat no se irá nunca

Joan Manuel Serrat, en su concierto de despedida.

Joan Manuel Serrat, en su concierto de despedida. / Reuters

Marisol Ayala

Marisol Ayala

La última vez que vi a Serrat sobre un escenario fue hace algo así como dos años, más menos, en el Gran Canaria Arenas. No fue su mejor concierto, estaba y se le notaba, agotado así que desde ese día comencé a pensar que su retirada estaba decidida y cercana, solo faltaba ponerle día y hora a su adiós. Desde que Serrat le dio la exclusiva de su retirada al periodista canario Juan Cruz he leído escuchado y visto muchísimas entrevistas con el catalán que se llevaron a cabo con «la percha de su retirada- en periodismo una percha es la excusa adornada para justificar la publicación de una noticia»-. Consuela escuchar a Juan Manuel anunciando que se baja de los escenarios pero que seguirá componiendo. Se ha ganado a pulso hacer lo que quiere, y por ahí van los tiros de su nueva vida. Pudo seguir en los escenarios unos años más porque Serrat se retira en él éxito pero no ha querido comenzar su nueva vida tirando de la admiración de un publico que se lo perdonaría todo. La honestidad es otra de sus banderas. Con Serrat los halagos son interminables porque viendo lo que vemos por ahí el parece un extra terrestre. Su vida de compromiso político y social es una muesca en el revólver.

Ayer recordaba la de veces que le entrevisté. Cinco o seis. En El Hornillo (Telde), en el Hotel Santa Catalina junto a Aute (q.e.d), en los baños del viejo Estadio Insular, en el Gloria Palace. Sus canciones son parte de la educación sentimental de tres generaciones en España. Obras que han servido a sus miles de seguidores hacer nuestras sus historias. Estos días viendo al Serrat más joven cuando debutó en Barcelona acompañado de su guitarra nadie pensó que estábamos ante el cantautor más importante de España.

Serrat no se irá nunca.