En voz baja

Rigor informativo

Periódicos en un quiosco de Teherán. Desde el inicio de las protestas se han ido cerrado los medios más críticos con el régimen quedando únicamente los afines.

Periódicos en un quiosco de Teherán. Desde el inicio de las protestas se han ido cerrado los medios más críticos con el régimen quedando únicamente los afines. / G. G.

Rubén Reja

Rubén Reja

Felicidades a todos los que ejercen el noble oficio de periodista. Personajes peculiares, únicos en su especie, que celebran el 24 de este mes su particular día. Se trata de tipos con una actitud diferente al resto de los mortales. El que trabaja en esto del periodismo es de otra pasta. Profesionales a los que el destino o la traicionera vocación los empujó a las redacciones y que en muchos casos trabajan demasiado por demasiado poco. Los juntaletras suelen enfrentarse a una página en blanco o al micro/cámara de turno, siempre retador, con el convencimiento que lo que hacen es imprescindible. Esa es la razón de su existencia. Muchos han soñado con ser lo que son y toparse con el scoop más jugoso y engordar su ego. En mi caso, el histriónico soniquete de la radio Sony de mis padres y su pasión lectora son los culpables.

Los hacedores del cuarto poder tienen una influencia máxima y la capacidad y la obligación de contar la realidad con rigor. Sacar a la luz lo que alguien no quiere que se sepa. Bienvenidas las preguntas incómodas, esclarecer toda la verdad y exigir cuentas a los poderes fácticos. Los periodistas deben resistir a todas las presiones con análisis y reflexión, pese al tsunami digital y las fakes news.

La canallesca tiene que erigirse como pilar irreductible que salvaguarde una sociedad que ha perdido sus referencias y multiplica su desafección. En esta época acelerada, revuelta e inflacionaria urge explicar las cosas tal y como son. El periodismo crítico debe imperar gracias al empuje de profesionales cuyo cometido es luchar contra la desinformación con todas sus fuerzas. Si algo es noticia no puede ser falso, y si es falso nunca debe ser noticia. Si bien es cierto que las nuevas tecnologías brindan el beneficio, sin precedentes, de globalizar la información no es menos cierto que debe prevalecer, por encima de todo, el rigor informativo para salvaguardar la maltrecha democracia.

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