Reseteando

El azar y dos hijos esquizofrénicos

María Ángeles Brito

María Ángeles Brito

Javier Durán

Javier Durán

La herreña que ha ganado dos millones en la Bonoloto no habla de lo que está por venir. La señora no brinda con champán por un futuro burbujeante, sino que nos echa por encima su amargura más profunda: «La vida no fue buena conmigo». María de los Ángeles Brito Brito clava las yemas de sus dedos en la espina dorsal y pulveriza el clamor por la suerte: dos hijos esquizofrénicos envueltos en la crisis de la mente, el desnivel máximo en la creación humana. Nunca he visto a nadie acabar tan discretamente con el mito de la riqueza o con la ambición de ser rico de la noche a la mañana. Claro que no puede negar la alegría del 6, 7, 9, 29, 30 y 31, la combinación con la que no ha querido subir a lo más alto. Ella ha tenido la necesidad de poner un número más: sostener que es una víctima del sistema. Al igual que tantos españoles, no encuentra dónde ingresar a sus hijos esquizofrénicos, por cuya salud cambiaría, sin duda alguna, los millones que le han caído. Los principales agraciados por la fortuna suelen esconder su identidad detrás de un empleado de la banca, o bien idear un plan para que los vecinos no noten que tienen entre su comunidad a un millonario. Muy pocos, por no decir ninguno, deciden salir a la luz para dar detalles del fulgurante ascenso. Y mucho menos para mezclar la buenaventura con un desnudo un tanto declinante de su existencia: está el padecer de sus hijos y la entrega de sol a sol al seguimiento de sus designios psicológicos... Seguro que existen retratos más dramáticos, de seres hundidos en la pobreza absoluta, alimentados entre la jungla de los contenedores de basura. Pero lo complejo es hacer el inventario de los sufrimientos en el momento de la fiesta, en el minuto en que la cuenta corriente se desborda y empieza el colorines. No sé si ahora va a ingresar a sus dos hijos en un centro privado ante las carencias públicas, como tantos padres que acaban en la ruina emocional y económica. Se trata de una decisión suya, como lo ha sido conectar el malabarismo del azar con su dura vida de madre de unos hijos esquizofrénicos.

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