Cartas a Gregorio

Ropa vieja

Román Rodríguez habla por teléfono en las escaleras del patio del Parlamento.

Román Rodríguez habla por teléfono en las escaleras del patio del Parlamento. / EFE

Manolo Ojeda

Manolo Ojeda

La práctica de la política es una droga adictiva, Gregorio, por lo fácil de entrar y lo difícil de salir, como pasa con todos los estupefacientes.

La mayoría de los cargos públicos de Canarias llevan dedicados a esta lucrativa actividad toda la vida, como en el caso de Jerónimo Saavedra o como Paulino Rivero y José Carlos Mauricio que, aunque no estén en la política activa, siguen vinculados al poder.

Por otra parte, y aunque sean de la misma quinta, hay viejos conocidos que siguen en activo, como José Miguel Bravo, Nardi Barrios o Román Rodríguez.

Antiguamente, la gente sencilla tenía la costumbre de preparar «Ropa vieja» como plato único un día a la semana, un guiso compuesto por las distintas comidas que iban quedando. Pero luego, cuando ya no quedaba casi nada que guardar, aquel plato se convirtió en un lujo que solo se podían permitir algunos dado que había que comprar cada uno de sus componentes.

Algo así, y después de que los partidos ya no alcanzan mayorías absolutas, es lo que estamos viendo últimamente, Gregorio, que aparecen nuevos partidos políticos formados por viejas glorias que, con la colaboración de algún joven incauto, intentan formar parte de esa «ropa vieja» que se está cocinando.

Es lo que podríamos definir como «carne de coalición»; unos personajes dispuestos a cambiar de chaqueta o compartir la cama con cualquiera con tal de que les aseguren un cargo y una paga por decir y hacer lo que convenga.

Habría que preguntarle a Montesquieu que, si los poderes del estado deben estar separados, como es que los partidos políticos pueden juntarse sin autorización del electorado que les votó.

Es como si en un juicio el demandado y el demandante se pusieran de acuerdo, que aquello ya no sería un juicio sino un cachondeo, como pasaba en las guerras de Gila.

El propio Gila, como soldado del bando republicano que pasó diez años en las cárceles franquistas, nos aseguraba que, como si fuera una broma del destino, se salvó de ser fusilado por casualidad, porque los soldados encargados de su fusilamiento estaban tan borrachos que no acertaron con los disparos, por lo que él, tras hacerse el muerto, consiguió sobrevivir.

Lo que no parece que vaya a sobrevivir en los próximos comicios es un «Pacto de las flores»; un acuerdo entre el PSOE, Podemos, Nueva Canarias y la Agrupación Socialista Gomera, que nos prometía un gobierno de progreso y cambio para Canarias, porque, a pesar del triunfalismo de Ángel Víctor Torres, seguimos liderando los índices de pobreza y exclusión social junto al fracaso de los servicios públicos en la dependencia, tenemos una inmigración incontrolable y persisten las amenazas de Marruecos sobre nuestras aguas, que cuenta, además, con la colaboración del gobierno de Pedro Sánchez.

Esto apesta a ropa vieja, Gregorio, pero pronto volveremos a ver como el careto de estos personajes empapela nuestras calles. Qué cara más dura.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

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