Objetos mentales

Tiempo y olvido

Tiempo y olvido

Tiempo y olvido

Antonio Perdomo Betancor

Antonio Perdomo Betancor

Por alguna razón que ignoro percibo que “somos olvido”. Esa sensación significativa cruzó mi mente como un cometa, en el parpadeo de un milisegundo. Pero bastó. Pensé que una expresión de ese tipo define la existencia de una vida. ¿Era verdaderamente una expresión mía, me pregunté, o derivada de la misma esencialidad humana a la que indefectiblemente llegamos las personas, pensada, o emanada porque sí, en el instante de un milisegundo? ¿O sería el título de un poema, o de una novela, de un film, o una versión de otro título, o una serendipia, o sencillamente dos palabras que unen casualmente?

Para descartar la posibilidad de que fuese un vestigio de una lectura, ya olvidado, o consecuencia de un recuerdo acuñado y retenido en la memoria por mor de sus propios mecanismos, pero velado por el tiempo, por esas cosas que la mente solo sabe y no deja traslucir y que, repentino, aflora a la mente, acudí a internet. En ese impase de indecisión y pereza, y por esa persistencia fenoménica que afrontaba, fue cuando imaginé algunas explicaciones. De su aparición, por supuesto. Incluso cuando una persona no dispone del tiempo y de la paciencia necesarios para indagar cosas absurdas, a veces, por absurdas, nos exigen. Con independencia de lo que importen, lo absurdo tiene su atractivo. Con casi seguridad, pensé, debía tratarse de un fragmento leído que permanecía latente, retenido en el subconsciente porque intuyera su potencial, y posteriormente emergido y asociado mediante algún vínculo indetectable. Estadísticamente era probable, pensé. No descarté sin embargo que esa expresión, “somos olvido” hubiera sido procesada como una experiencia cognitiva. De hecho, no existe contradicción en que fuera una experiencia propia y al mismo tiempo una experiencia de otros, pero ignorada.

Locke piensa que lo que habita la mente procede de ahí afuera, porque la mente no es nada sin sus inputs. Locke era de los que pensaban que no existen recuerdos previos al contacto con la realidad: la mente es tábula rasa. El contenido de la mente procede de los datos que le informan. Y por consiguiente, pensé, que la expresión “somos olvido” era precisamente un débito de una experiencia cognitiva cuyo destino, tal y como tantas veces sucede, pasa por la mente fugazmente y nunca más sabemos, excepto en contadas ocasiones, que aflora de modo sorpresivo y cuando nada, en apariencia, la reclama. No es descartable tampoco que pudiera tratarse de una interpelación que en su día le fue formulada y de la que la mente se inhibió responder por causas inherentes a su propio proceso, quizá una formulación de esas características procediera de un momento de pesimismo existencial y que, precisamente ese mismo pesimismo fuera la causa de postergación de la respuesta y que en ese ahora, al presentar un momento de mayor sosiego, la mente decidiera responder. Eso tampoco lo podemos verificar. Otras posibilidades se abren, entonces. No siempre la mente goza de la disponibilidad por razón de otros asuntos y por tanto pudiera derivar la pregunta a una lista de espera. Porque computa asuntos de máxima urgencia, por ejemplo. En la computación de la mente también existe jerarquización, hay listas de espera y computación automática, no se vayan a creer. Y es probable que nada más hallar la respuesta me la hizo saber de esa forma, pienso. Es posible además que esa expresión “somos olvido” fuera un subproducto de operaciones mentales que la memoria libera, fragmentos vividos y sintetizados, hilos que se deshilvanan y afloran en la mente. Liberados de una estructura que los somete y que, radicales y libres, ingrávidos, son percibidos como fantasmas significativos.

Por fin, realizo una búsqueda en mi móvil, en la primera entrada aparece “somos olvido “como el título de un poemario de Guadalupe Caulín Martínez, publicado en 2021 por la Editorial Círculo Rojo. El hallazgo no me satisfizo del todo. Buscaba una memoria anterior. Y encontré “Ya somos el olvido que seremos”, el primer verso de un poema titulado también “Ya somos el olvido que seremos” de J. L. Borges. Además del film “El olvido que seremos”, dirigido por Fernando Trueba y protagonizado por Javier Cámara “.

A vista de lo ocurrido, pensé que el tiempo crea relatos que el tiempo devora. Los relatos y su creación se sustentan en una naturaleza esquiva y llena de casualidades, donde la realidad se hace ficción y la ficción se vuelve realidad. Ningún relato está libre de la hiperfagia del tiempo. Cada otoño caen sus hojas, se descomponen y vuelven a rebrotar con otro nombre. En un eterno retorno, mientras dura eso que llamamos vida. Al cabo, son fragmentos de memoria reelaborados por otras mentes como si fuera la primera vez.

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