Cartas a Gregorio

¡Vayan a trabajar, esclavos!

Manolo Ojeda

Manolo Ojeda

Eran las nueve de la mañana de un lunes de enero y el indigente que duerme entre cartones en las oficinas de correo de la Avenida Primero de Mayo se desperezaba después de una noche fría. Un tipo flaco y desgarbado al que le rechinaban los huesos del esqueleto, seguramente entumecidos tras la «hibernación» de una noche durmiendo al raso.

A esa hora, los coches en la calle formaban una interminable caravana amenizada por toques de claxon y acelerones de motocicletas. Y en eso que el indigente, como si hubieran venido a despertarle, se acercó al bordillo de la acera desde donde les espetó: «Vayan a trabajar, esclavos…».

Y se pregunta uno, Gregorio, quién es el que está fuera de lugar, si nosotros que nos pasamos la vida corriendo de un lado para otro intentando ganarnos el sustento, o estos sin techo que viven al día sin tarjeta de crédito, cuenta bancaria ni teléfono móvil y sin que el gran hermano de La Agencia Tributaria les vigile.

Se diría que el mundo está pensado para ellos; para gente que prefiere vivir sin estar pendiente de la inflación, sin tener que soportar las decisiones de los políticos ni de los conflictos que provocan y están entretenidos solamente en el quehacer del momento.

Ahora resulta que la culpa de esta crisis no la tiene la mala gestión política, sino que son los empresarios, como dueños de la mayoría de las cadenas de supermercados, los que han decidido hacer una subida generalizada del precio de los alimentos.

Pero, sea por lo que sea, el precio de la cesta de la compra se ha multiplicado por dos o por más solo en cuestión de unos pocos meses.

Mientras tanto los políticos, que ahora están en precampaña, quieren hacernos creer que las familias están manteniendo el consumo y que las empresas resisten a pesar de la inflación, cuando todo el mundo sabe que seguimos gastando el mismo dinero, aunque para pagar la mitad de lo que comprábamos antes.

Dicen que vienen menos turistas a Canarias pero que se gastan más, una cuestión de lógica si ahora les estamos cobrando el doble.

Pero a la clase política todo eso le importa un pimiento, porque sus opíparos sueldos suben cada año automáticamente según el incremento del coste de la vida. Aunque lo más chistoso de lo que han aprobado en el último pleno del Parlamento regional es que, a los que no repitan en el escaño para el siguiente mandato, se les pagará una indemnización… Es decir, que a los que el electorado no quiere volver a ver ni votar, se les premia con una indemnización…

Debe ser que los canarios estamos más aborregados de lo que se piensa, Gregorio, o puede que nuestros políticos hayan aprendido a engañarnos en el Festival de Cuentacuentos de Agüimes, que ahora cumple treinta años y que es el más antiguo de España…

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

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