El palique

Olvido con gerundios

José Echegaray

José Echegaray

José María de Loma

José María de Loma

No quiero su sangre, que está llena de gerundios», dijo Valle Inclán en la cama del hospital cuando José Echegaray se ofreció para una transfusión. Echegaray (1832-1916) figuró durante décadas en el billete de mil pesetas, fue premio Nobel de literatura, gran matemático, ministro de Hacienda y de Fomento, hombre polifacético donde los haya. Tanto hizo que nadie se acuerda ya de él, pese a que escribió decenas y decenas de obras de teatro, tenidas hoy por plúmbeas o demasiado barrocas. En ciudades como Madrid o Málaga calles céntricas llevan su nombre. Jorge Bustos le dedicó un magnífico capítulo en el libro Vidas cipotudas. Ahora, según desvela El País, una comedia perdida de ese prodigio de la naturaleza lleva dos décadas a la venta en internet por 1.600 euros, sin que nadie se haya interesado nunca por ella.

Paladeamos la frase: sin que nadie se haya interesado nunca por ellas. Don Fernando el emplazado se llama la obra. No somos nadie. Desinterés máximo. ¿Cuánto tardaría en escribir la obra?, ¿la habrá leído alguien?, ¿cuántos esfuerzos semejantes como ese se harán ahora mismo para nada? Don Fernando el emplazado coge polvo y nadie se emplaza a leerlo. Pulularán por el limbo del teatro millones de comedias o dramas que nunca nadie haya leído o que nunca se hayan representado. Millones de palabras para nada, para nadie.

No es que este sea un caso inédito. Lo inédito es la comedia citada. ¿En quién se inspiraría para ese personaje, para ese Don Fernando?, ¿contendrá el texto muchos gerundios? Tal vez ahora con la noticia se despierte el interés por Echegaray o por esta pieza.

Tal vez haya una cofradía de echegarianos o echagaristas solazándose. Una cofradía secreta, cuyos miembros tal vez se reconozcan entre sí por una contraseña (sin gerundios) o por llevar largas barbas como él llevó. Muchas preguntas. Dignas de un esperpento de Valle Inclán.

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