Crónicas de don Florentino

De jueces y políticos… De incompetencias

Togas y puñetas de varios jueces.

Togas y puñetas de varios jueces. / ARCHIVO, AGUSTÍN CATALÁN

Juan Carlos Padilla Estrada

Para ser juez en España hace falta cursar la carrera de Derecho, hacer una dura oposición para ingresar en la escuela judicial, pasar unos filtros psicotécnicos, estudiar muy duro… Estas personas son las encargadas de aplicar las leyes, tarea difícil que exige un profundo conocimiento de la legislación, ecuanimidad, talentos psicológicos, información completa y actualizada.

Pero resulta que para diseñar las leyes que luego han de aplicar los profesionales de la judicatura no se necesita ninguno de estos talentos.

Viene a cuento esta reflexión a costa de la ley tristemente conocida como del «solo sí es sí».

Esta norma fue ideada por el Ministerio de igualdad, que es algo así como una reunión de señoras progres enfrentadas a la confabulación fascista-machista-patriarcal del mundo entero. De ahí salió un proyecto de ley que muchos y sensatos personajes han calificado de chapuza. Eso es grave, pero mucho más lo es que estas personas, el Gobierno en pleno y posteriormente el Parlamento de nuestro país no tuvieran en cuenta los informes de las comisiones de expertos que tienen a su disposición, abundantes y altamente cualificadas.

Resulta entonces que en España puede suceder que una señora con muy escasa formación, por los azares de los equilibrios políticos, imponga una chapuza normativa a toda una sociedad, a despecho de la opinión de los expertos, que avisaron en tiempo y forma de lo que se venía encima.

La consecuencia es bien conocida, reducción masiva de penas, más de 200 excarcelados antes de tiempo en la aplicación de la citada norma y la sensaión en la ciudadanía de que estamos en manos chapuceras y soberbias. La única solución a este asunto es una rectificación lo más precoz posible, aunque, por el principio de no retroactividad en materia penal, el daño está hecho y todos los delincuentes sexuales, todos, pueden ser beneficiarios de los recortes de penas que aporta la citada norma, al englobar en uno solo varios tipos penales previos.

Esta rectificación sería lo lógico, si no fuera porque las señoras del Ministerio de Igualdad se han embarcado en una cruzada contra el machismo y el ultraconservadurismo de los jueces, el resto de los políticos y los medios de comunicación, es decir: todo el planeta menos ellas. Esto es tan viejo como el hilo negro, culpar a los demás de la propia incompetencia.

A los españoles, absortos ante este nuevo desafuero, solo nos queda intentar evitar que en el futuro personajes de este tenor vuelvan a gobernarnos.

Y este malhadado asunto trae como coda una pregunta-reflexión pertinente: ¿Qué estamos haciendo mal como sociedad si para cualquier puesto de trabajo cada vez exigimos más cualificación pero, sin embargo, para gobernarnos nada se exige? Si no me creen, revisen los currículos de nuestros dirigentes.

¿Se subirían ustedes a un avión pilotado por la señora de la limpieza?

Pues algo parecido es lo que nos ocurre, a todos, como sociedad.

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