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Torres durante su visita a Cuba

Torres durante su visita a Cuba

Alfonso González Jerez

Alfonso González Jerez

En su sexto (y último) informe a la nación el presidente mexicano José López Portillo reconoció implícitamente el fracaso de su gestión, pero sin asumir verdaderamente sus responsabilidades. «Soy responsable del timón, pero no de la tormenta», afirmó, aludiendo a la crisis económica que sacudía ferozmente a México en 1981, fruto de la caída abismal del PIB, la inflación asfixiante y una deuda pública ya monstruosa. Y de repente lo soltó. Solo hay que ver las viejas grabaciones televisivas para contemplar las caras de pasmo de los diputados y senadores presentes en la ceremonia. López Portillo anunció que firmaría inmediatamente un decreto presidencial por el que nacionalizaba la banca privada mexicana. Y así lo hizo, ese mismo día, de un plumazo. No solo eso. El presidente y su equipo implementaron un conjunto de medidas y programas urgentes que yugularían la inflación, potenciarían los servicios públicos y evitarían totalmente la fuga de divisas. Como dijo Enrique Krauze, «un sexenio de cuatro meses resolvería los problemas y corregiría las injusticias».

El presidente del Gobierno autónomo, Ángel Víctor Torres, ha emprendido un viaje a Cuba y Venezuela tres meses antes de las elecciones. Y apenas tocó tierra cubana ya prometió a los canarios allá todavía avecindados que quintuplicará la pasta que les concede el Ejecutivo canario a través de ayudas y subvenciones. Es una completa desvergüenza y conviene que el señor presidente se entere de que se trata de una desfachatez electoralista realmente impúdica, porque al parecer no se lo dice nadie. Luego se puso una guayabera y posó para el fotógrafo sonriendo mucho y dando golpitos en la espalda a varios viejitos. Pretextan que Torres no fue antes a Latinoamérica por el covid. Es asombrosa la rentabilidad que el presidente le ha sacado al covid. Pero, precisamente por la crisis del covid y su hondo impacto económico, ¿no podía haber quintuplicado las perras a los canariocubanos hace dos años? ¿Qué va a proponer en Venezuela? ¿Harina pan a diario y pabellón criollo los domingos para todos los isleños y sus descendientes?

¿La gestión de la sanidad pública en estos cuatro años se asemeja mucho a la escalera de un gallinero, corta pero excrementicia? No pasa nada. A finales de mayo estará encaminada la recuperación gracias a un nuevo modelo organizativo que conseguirá reducir la presión asistencial y corregir la demora en Atención Primaria. Blas Trujillo tiene un plan. Es una estrategia digna de Patton que lleva anunciando meses y meses. Lo que hay que entender es cómo entiende las cosas Trujillo, al que no le gusta trabajar con prisa y ama las paradojas. Cuando en la comisión parlamentaria de Sanidad le preguntaron por el objetivo de desburocratizar la Atención Primaria y conseguir más rapidez y eficiencia, el consejero respondió que ese es, en efecto, un objetivo central, y por eso mismo ha acelerado la desburocratización contratando a 70 auxiliares administrativos y documentalistas. En tres meses comenzarán a descender las listas de espera y se podrá circular por los pasillos de emergencias sin necesidad de ser un contorsionista.

No hablemos de la dependencia. La dependencia ya es un problema solucionado hasta tal punto que antes de fin de año se reconocerán más ayudas a los dependientes que dependientes propiamente dichos, tal es el ritmo estajanovista de la Consejería de Asuntos Sociales. Habrá que traer dependientes de otros sitios. Pero, ¿y la Renta de Ciudadanía? A finales de marzo entrará en vigor la ley que la regula. Ciertamente que solo cuenta en los presupuestos con un suplemento de cuatro millones de euros (en cuatro años) sobre lo que ya se abonaba a través de la Prestación Canaria de Inserción. Pero ya está solucionado. Y antes de mayo. Portillistas, que son unos portillistas.

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