Retiro lo escrito

Sobre el SMI

Alfonso González Jerez

Alfonso González Jerez

El Gobierno central ha subido ayer de nuevo el salario mínimo interprofesional. Dentro de unas horas o unos días se publicará en el BOE que el SMI queda establecido en 1.080 euros. El propio gobierno y los partidos y partidetes de izquierdas se han felicitado calurosamente durante toda la jornada. En el pleno del Parlamento de Canarias fueron numerosas las referencias positivas e incluso entusiásticas sobre la medida aprobada por el Consejo de Ministros. Uno de los efectos de enfrentarse a la propaganda de los gobiernos es el cansancio. El cansancio de un servidor (ustedes disculpen) es ya tan inmemorial como las pirámides de Egipto, pero habrá que repetir lo dicho en los últimos años, agravado por ser ya la tercera subida de una legislatura a la que le queda menos de un año. Disculpen el esquematismo.

1. El salario mínimo interprofesional es una figura que proviene de la legislación laboral de la dictadura franquista. Se creó por decreto ley en 1963 y se fijó entonces en 1.800 pesetas mensuales. Tres años después se elevó un 39,8% hasta las 2.500 pesetas. En 1970 se estableció en 3.600 pesetas. En 1975, año de la muerte del Franquísimo, era ya de 8.400 euros mensuales, más del doble que en 1971. El régimen intentaba así frenar la inflación creciente y el malestar social emergente desde finales de 1973; lo que hizo, claro, fue alimentarla. También durante la Santa Transición (1976-1982) el SMI se triplicó. Lo digo porque sospecho que más de uno cree que el SMI lo inventó la señora Yolanda Díaz o que jamás había subido tanto o imbecilidades por el estilo. Al ser una figura tan viejuna el salario mínimo no ha atendido a que el desarrollo socioeconómico de las diversas regiones o comunidades ha sido diverso en los últimos años. El mercado de trabajo no es el mismo en Navarra o en Canarias. Cierto: esos 1.080 euros representan el 60% de la media salarial en España. Pero en Canarias supera el 70% del salario medio en las islas y eso tendrá un duro impacto en las cuentas de las pymes: las que suponen el 90% del tejido empresarial de Canarias.

2. Otro pequeño mito incesantemente chismorreado es ese que reza que la subida del SMI no impide ni desincentiva la creación de empleo. Es un argumento contrafactual, sencillamente, porque no podemos saber si en Canarias –por repetir el ejemplo – se hubiera creado más empleo sin la última subida del SMI o no. Los estudios económicos señalan que la subida de 2019 incrementó entre un 7,8% y un 9,2% la probabilidad de perder el curro de los que percibían el SMI. En todo caso las subidas no tienen un efecto único sobre el empleo. Depende de muchos factores, entre los más importantes, las características del mercado laboral (volver al punto 1). Por cierto, lo que si es perfectamente apreciable es la imparable pauperización de las clases medias y medias bajas. La gran mayoría de los nuevos asiduos en los bancos de alimentos, la Cruz Roja y otras ONG son asalariados que no pueden mantener sus familias con el sueldo que perciben. Y eso después de dos subidas del SMI.

3. La inflación prevista para 2023 se comerá previsiblemente más de la mitad del incremento del SMI a lo largo del presente año: la mayoría de los servicios de estudio prevén una inflación de entre el 4% y el 4,5%. Y eso si todo va razonablemente bien.

4. La decisión de aprobar una nueva subida del salario mínimo interprofesional no es de carácter económico, ni político, ni social. Es una decisión administrativa. Para conseguir empresas que consoliden beneficios y mejoren salarios las decisiones eficaces son otras: bajadas selectivas de impuestos, mejora de la formación profesional dentro de una reforma educativa integral, inversión en I+D +i en las empresas españolas con apoyo público hacia dos objetivos: el aumento de la competitividad, la eficiencia y la productividad.

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