Sol y sombra

La moción

Ramón Tamames y Santiago Abascal

Ramón Tamames y Santiago Abascal

Luis M. Alonso

Luis M. Alonso

Puede que haya más de cien razones justas para plantear una moción de censura contra Pedro Sánchez, un político cesarista, prepotente y dañino como pocos en la historia de la democracia. No hay ninguna, en cambio, para presentar esa moción y perderla, exponiéndose a quedar en ridículo y favorecer al propio Sánchez, que saldría triunfante y reforzaría sus posibilidad de seguir en la Moncloa. El empeño de Vox en mantenerla contra viento y marea es una prueba más de la predisposición de la derecha extrema nacionalista a proporcionar balones de oxígeno al Presidente cuando más los necesita, en vez de dedicarse a ejercer la oposición como es debido en un momento en que el Gobierno se encuentra, por muchos motivos, contra las cuerdas. Si el candidato decidido a liderar la moción de censura de Vox es además Ramón Tamames, de 89 años, exdiputado del PCE en el siglo pasado, el riesgo de hacer el ridículo se cuadruplica. Que el nombre del veterano economista para encabezar la ofensiva parlamentaria haya salido supuestamente a colación tras un encuentro entre Sánchez Dragó y Santiago Abascal contribuiría a la rechifla general en una sociedad que no ha alcanzado en política la madurez suficiente para tomarse a sí misma en serio.

Las mociones de censura, como las batallas, se libran para ganarlas, no para perderlas y permitir que el objetivo de ellas salga victorioso. Si no lo es, esta debería ser una regla de oro del parlamentarismo. Vox no propone su cacareada moción con un candidato nonagenario al frente de ella, ni con cualquier otro que le ocurra a partir de ahora, para tumbar a Sánchez. Sabe que, haciendo las cuentas, resulta misión imposible. La presenta para, presumiblemente, poner en evidencia al Partido Popular, que no tendrá más remedio que abstenerse para no caer en el despropósito. Vox será quien haga, además del daño a la derecha, el ridículo; la jugada habría que centrarla y no existe nada más descentrado que el partido de Abascal.

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