A la intemperie

Los más felices

Un joven teletrabaja desde su domicilio.

Un joven teletrabaja desde su domicilio. / Manu Mitru

Juan José Millás

Juan José Millás

Los jóvenes huyen de los telediarios, de la prensa de papel y de gran parte de la digital, de la política, de la misa de doce, de la radio, de los mítines políticos… Los jóvenes se van de todas partes menos de la casa de sus padres, de la que se irían también si ganaran un sueldo en vez de medio o dos medios en vez de ninguno. Si quieres hablar con un joven, acude a la casa de sus padres. Hay estudios según los cuales los jóvenes guapos ganan más que los jóvenes feos, pero yo me tropiezo con mucho desocupado guapo por la calle. Mucho guapo en crisis, en fin, porque la crisis se ha cronificado. En tiempos, sólo vivían en crisis los artistas del mismo modo que sólo se divorciaban los actores y las actrices, es decir, la gente del espectáculo. Ahora se divorcia todo el mundo, se divorcian a veces antes de casarse como el que firma la carta de dimisión antes de tomar posesión del puesto.

A la gente mayor puedes encontrarla en el mercado, comparando precios, buscando los productos a punto de caducar, leyendo la letra pequeña en la que figuran los sulfitos, signifique los que signifique sulfito. Les interesa la información nutricional de las acelgas envasadas al vacío. A la gente mayor podéis encontrarla también en los concursos de la tele. A veces los ven desde casa y a veces se disfrazan de público y acuden al plató para aplaudir a los concursantes cuando el regidor da la señal. No conozco a nadie que trabaje de regidor, de modo que no tengo ni idea de dónde se forman ni cuánto ganan, ni si se trata de un trabajo para jóvenes o para mayores.

Entre tanto, la política sigue su curso convencional como si el mundo no se estuviera acabando. Los políticos hacen aquí y allá declaraciones de todo tipo como si los ciudadanos las escucharan y tomaran nota de ellas y se dijeran: «Pues me gusta esta propuesta o aquella otra y estoy más de acuerdo con las ideas de Fulano o de Mengana». Los políticos hablan para los muy cafeteros porque siempre hay cafeteros de una cosa o de la otra, incluso cafeteros de café. Pero la mayoría de los contribuyentes ni están ni se les espera porque sobrellevar su propia vida ya les cuesta un esfuerzo excesivo. Los más felices son los párvulos, a los que los abuelos recogen del colegio, se los llevan a casa y ven con ellos Pasapalabra.

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